México: una nueva etapa

Andrés Manuel López Obrador y su esposa celebran la victoria en las presidenciales de México.

Andrés Manuel López Obrador y su esposa celebran la victoria en las presidenciales de México. / periodico

Salvador Martí i Puig

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A la tercera va a la vencida: después de una polémica derrota en 2006 y de una segunda posición 2012, este 1 de julio Manuel Andrés López Obrador (AMLO) ha ganado por casi 30 puntos de ventaja la Presidencia de la República de México. Esta victoria es fruto de muchos factores entre los que destacaría el perfil (y empecinamiento) de AMLO y el hondo malestar social, económico y político de la sociedad mexicana.

AMLO no es un político al uso. Con un pasado de activista en su estado natal (Tabasco) y después de haber sido el alcalde de la Ciudad de México entre 2000 y 2005, se lanzó a la contienda presidencial de 2006 con el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD). Oficialmente perdió esas elecciones por un 0.36% del sufragio pero él no aceptó los resultados –que eran dudosos- e impulsó una serie de protestas que lo fueron alejando del establishment económico mexicano y del aparato PRD, a pesar de ser nuevamente su candidato en las elecciones de 2012. Después de esta segunda derrota crearía un partido propio, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), con el que se ha presentado en esta convocatoria después de haber pateado casi toda la geografía nacional denunciando la clase política tradicional. En este sentido AMLO se asemeja a Lula y a Mitterrand, que consiguieron su meta después de haber perdido dos convocatorias consecutivas.

El intenso malestar social, económico y político que vive México viene de lejos. Hay quien lo atribuye a la firma (con Estados Unidos y Canadá) del Tratado de Libre Comercio en 1994 que supuso la ruina del campo, la inundación de productos norteamericanos y la instalación en el país de miles de maquilas (plantas de ensamblaje) que ofrecían mano de obra barata a la industria norteamericana. Otros lo atribuyen al inicio de la alternancia electoral que supuso la derrota del otrora hegemónico PRI y la llegada al poder del derechista Partido de Acción Nacional (PAN) el año 2000. Con las dos administraciones del PAN y sus medidas neoliberales incrementó la desigualdad, la pobreza y la violencia del narco. Doce años después la vuelta del PRI no supuso ningún cambio substancial, y la situación del país fue deteriorándose. Muestra de ello es que durante los últimos tres sexenios han emigrado a los Estados Unidos más de 12 millones de mexicanos y unos 250.000 han fallecido violentamente a causa de la llamada “guerra contra el narco”, a la par que se han privatizado sectores estratégicos del país (como el petróleo) y han aparecido nuevos mega-ricos mexicanos en la lista Forbes.

En este contexto la campaña sucia desatada contra AMLO en estos comicios ha tenido un efecto muy limitado. La consigna de que AMLO podría ser un peligro para México no ha cuajado entre una clase media harta de corrupción ni entre los sectores populares que padecen el salario mínimo real más bajo de toda América Latina.

Por primera vez desde Lázaro Cárdenas llega la izquierda al gobierno. Las dos oportunidades anteriores (en 1988 y 2006) fueron “neutralizadas” por el establishment. Hoy las expectativas son muchas, los retos inmensos y el contexto internacional contra-cíclico: al norte gobierna Trump y en el sur están desapareciendo los gobiernos progresistas. Es necesario desear fortuna y virtud al nuevo ejecutivo.