ANÁLISIS

Estrépito colosal

Ya cada vez quedan menos selecciones a las que se gana con pasecitos de suficiencia

Silva consuela a Alba ante Hierro.

Silva consuela a Alba ante Hierro. / periodico

Albert Guasch

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En un Mundial magnífico y altamente entretenido, la Roja protagonizó el peor partido de los vistos hasta ahora. Una lata colosal. Rusia se encerró en el baño y España, con su mediocridad, convirtió esa puerta en inexpugnable. Jugó lento, acumulando pases horizontales, intrascendentes, sin superar líneas, en una posesión tan abrumadora como estéril, como de autosuficiencia. Imposible así echar abajo nada.

España quiso jugar a lo que le ha proporcionado los mejores éxitos de su historia pero sin acordarse de cómo se lleva a cabo. Como si el encargado de organizar el equipo se hubiera saltado la mitad del manual original.

La selección de Hierro practicó aquello que Guardiola dice odiar con toda su alma, que es el tiki taka entendido como una sucesión estática de pases sin intención de alcanzar la meta contraria. Tan inútil como antiestético. Extrañamente, aún existe confusión al respecto. A esto nunca jugó el mejor Barça.

Pero no vale limitar el análisis del estrépito moscovita al partido ante Rusia. El desastre se veía venir. Empezó el equipo bien el Mundial, pero se le acabó rápido la inercia. Llegó a Rusia con un entrenador que convencía a crítica y público y a dos días de empezar el campeonato, justificadamente o no, se le puso a arder en una pira. Y ubicó en su lugar a un neófito. ¿Qué podía salir mal? El fuego le ha acabado por alcanzar.

Recuperar la identidad

No se trata de culpar a Fernando Hierro. Al fin y al cabo pasaba simplemente por ahí y bastante valentía demostró. De entrada, logró encauzar la revuelta interna. Pero si se cree que los entrenadores sirven para alguna cosa más que para elevar la moral de los chicos en momentos de dudas, conviene aceptar que a España le ha faltado un guía con más recursos. Los que dan la experiencia. La preparación. Un trabajo consistente. Con tiempo.

España necesita recuperar la identidad a partir de un entrenador que sea más que un alineador o un animador. Ya se sabe cómo consiguió éxitos inimaginables. El manual está publicado. Ciertamente pueden haber otros modelos, que no deberían en ningún caso pasar por volver a la infame furia. Pero urge recuperar la competitividad. Ya cada vez quedan menos selecciones a las que se gana con pasecitos de suficiencia: es algo que se está demostrando sobradamente en este Mundial, fascinante a pesar de todo.