LA CLAVE
Nubarrones sobre la cita Sánchez-Torra
La polifonía independentista emite mensajes contradictorios, no solo entre clanes, también en el seno de cada uno de los grupos. ¿Podrá sobreponerse la cumbre a esta circunstancia o quedará en un empeño estéril?
Luis Mauri
Director adjunto
Estábamos con que Rajoy ha dejado huérfanos a los clanes independentistas. La virtud nunca brilla tanto ni es tan magnética y palpitante como cuando guerrea contra el Gran Satán. Esto, la dirigencia secesionista, de raíz católica, siempre lo ha tenido muy en cuenta. Pero sin una infame representación demoniaca que la galvanice, la virtud se relaja. Se confunde. Se disuelve.
Huérfano de Rajoy y del PP, el relato independentista pierde barniz cohesivo. El descenso de la vibración espiritual pone en peligro una parte del terreno conquistado a la racionalidad. La gran disparidad que hay entre las circunstancias que rodean a los principales líderes nacionalistas da lugar a análisis de la realidad distintos, y por tanto a tácticas y hojas de ruta divergentes. El pulso permanente por la hegemonía dentro del magma independentista rebrota con nervio. Con nervio y sin embarazo: la última discusión entre los republicanos y los posconvergentes republicanos posconvergentes versa ni más ni menos sobre quién entregó más, quién se volcó más en el 1-O.
Huérfanos de Rajoy, los independentistas preparan la apertura de negociaciones con Sánchez. El punto de partida del presidente socialista está dibujado con nitidez: apertura del diálogo con Torra en un marco de rechazo a la unilateralidad, de suavización de las condiciones penitenciarias de los independentistas presos y de moderación de la Fiscalía General en los procesos en curso.
Polifonía independentista
El punto de partida del presidente de la Generalitat es más borroso. La polifonía independentista emite mensajes contradictorios, no solo entre clanes, también en el seno de cada uno de los grupos. Ni siquiera los independentistas más pragmáticos logran desembarazarse de los efectos de su eficacísima labor de agitación y propaganda de los últimos años: ninguno halla el coraje necesario para admitir que el manantial es un espejismo. Quien dé ese paso se arriesga a quedar señalado como sacrílego y puede despedirse del combate por la hegemonía nacionalista.
La cuestión es si la cita Sánchez-Torra del 9 de julio podrá sobreponerse a este cúmulo de circunstancias o estas forzarán una cumbre estéril. Esta es, bajo el ruido ambiental, la cuestión nuclear.
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