La economía catalana tras el 'procés'

La inversión cae por segunda vez en el primer trimestre

El fenómeno sería preocupante si se repitiera e indicara un desplazamiento de las decisiones de los nuevos proyectos

ilustracion  de  maria  titos

ilustracion de maria titos / periodico

Joan Tapia

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La economía catalana sigue creciendo a buen ritmo, incluso algo superior al español (3,4% y 3% respectivamente en el primer trimestre) impulsada por el consumo y la exportación. Parecería pues que, como dice la doctrina oficial, el intento independentista del 27-O no ha afectado a la economía o que -como dicen otros- la entrada en vigor del artículo 155 tranquilizó a los agentes económicos y todo ha vuelto a la normalidad. Sin embargo, es difícil que el traslado de la sede social de más de 4.500 empresas, con el clima de inseguridad jurídica que revela, no tenga consecuencias.

De hecho, aparte de la emigración de las sedes de empresas, los datos de la inversión extranjera en Catalunya en el primer trimestre respecto al mismo periodo del año anterior registran una seria caída del 64% que contrastan con un descenso mucho menor (del 3,8%) en la totalidad de España. Pero es cierto que la inversión extranjera trimestral no es un indicativo fiable porque dos o tres operaciones relevantes pueden alterarlo todo. La interpretación catastrofista (o triunfalista) de la coyuntura económica nunca es demasiado seria. No obstante, los mismos datos del Idescat (el instituto estadístico catalán) que señalan un crecimiento sostenido, algo superior al 3%, contienen alguna preocupante señal de alarma.

El riesgo de perder dinamismo

El consumo es el componente principal del PIB. Y la exportación -la catalana es el 25% del total español cuando el PIB es solo el 19%- indica un alto grado de internacionalización. Pero el futuro de una economía está en la inversión. Una economía que no tiene proyectos industriales nuevos, o que invierte poco o menos que otras, corre el riesgo de perder dinamismo y acabar creciendo menos. Y aunque la inversión es el componente más volátil del PIB, las cifras de inversión que revelan los datos de la contabilidad nacional del Idescat mueven a cierta preocupación. En efecto, llevamos ya dos trimestres consecutivos -el último del 2017 y el primero del 2018- en los que la Formación Bruta de Capital Fijo (el concepto más amplio de inversión) desciende respecto al periodo anterior. Rompiendo la tendencia de los trimestres anteriores, en el cuarto del 2017 la inversión cayó un 0,8% -se supone que por el efecto de la DUI- pero lo más preocupante es que no se ha recuperado en el primer trimestre, sino que ha seguido cayendo, aunque a un ritmo menor, el 0,4%.

El PIB catalán sigue creciendo algo por encima de la media española, pero la inversión se desacelera a un ritmo bastante superior

Sin embargo, lo más grave es que la inversión en capital fijo -la realmente relevante pues excluye la construcción- ha caído a un ritmo más intenso y además creciente, del 1,6% a finales del 2017 y del 1,7% a primeros de año. Así en ritmo anual el crecimiento de la inversión total y la inversión en capital fijo han caído del 6,8% y el 7,3% en el primer trimestre del 2017 al 2% y al 0,2% en el mismo periodo de este año. Es un desplome fuerte que -sorprendentemente- no ha sido valorado por el actual Govern ni ha provocado tampoco gran inquietud social. Parece como si lo único relevante en Catalunya fuera el conflicto político, o la situación de los presos, cuando a medio plazo la evolución de la economía puede incrementar la conflictividad política y social.

Que el PIB, las exportaciones y el consumo de las familias se mantengan es una buena noticia que indica resiliencia, pero desplomes de la inversión como los citados -de no corregirse en los próximos trimestres- serían un pésimo indicativo. Sobre todo, porque en el total español, y pese al descenso en Catalunya, la inversión total y la inversión en bienes de equipo han seguido creciento a ritmos del 0,6 y 0,7% en el primer trimestre. Y el descenso en el ritmo anual -del 4,9% al 3,5% en el concepto amplio de inversión y del 5,2% al 3,7% en la del capital fijo- es más reducido. Así, mientras la inversión en la economía catalana está cayendo con fuerza, en el resto de España la desaceleración es menor. Podría colegirse pues que la aparente normalidad de la economía catalana, con aumentos satisfactorios del PIB, incluso algo superiores a la media española, estaría ocultando algo inquietante a medio plazo: un desplazamiento progresivo de las decisiones de inversión a otras comunidades autónomas u otros países.

Por otra parte, que la cifra de depósitos de ahorro en Catalunya haya bajado de 184.000 a 135.000 millones en los dos últimos trimestres (básicamente en el último del 2017) mientras ha crecido en las comunidades limítrofes de Valencia -donde trasladaron su sede Caixabank y el Sabadell- y Aragón, es otro indicativo de que la confianza económica no se está recuperando. Y sin confianza…