La hoguera

Cuando se pase el furor de la Manada

Los periodistas vamos a tener mucho que reflexionar sobre cómo hemos informado del papel de la justicia en el caso

José Ángel Prenda

José Ángel Prenda / periodico

Juan Soto Ivars

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Cuando se nos pase el furor por el caso de 'La manada', cuando se nos baje el cabreo, cuando se pueda pensar en frío, cuando se pueda pensar, tendremos que preguntarnos qué hubiera pasado si los condenados hubieran resultado absueltos cuando, desde el principio, se difundieron en la prensa y las redes sociales sus fotos, sus nombres y sus datos personales. Tendremos que pensar también por qué los medios nos teñimos de aquel amarillo biliar, por qué hicimos tantos programas especiales, por qué repetimos hasta la extenuación por qué sitios habían penetrado a la víctima y cuántas veces lo habían hecho.

Imagen distorsionada

Tendremos que preguntarnos por qué nos mantuvimos callados cuando, desde determinados medios, se hicieron llamamientos para protestar masivamente si la sentencia era absolutoria en víspera de que esta se publicase, y por qué dijimos, cuando se publicó, que la justicia no había condenado por violación a los cinco agresores. Tendremos que preguntarnos cómo pudimos desinformar a la opinión pública hasta el punto de ocultarles lo que significa "abuso sexual con prevalimiento".

Tendremos que preguntarnos por qué difundíamos una imagen tan distorsionada de la justicia, por qué nadie hablaba de todas las sentencias que llevan a violadores a la cárcel por abuso y por agresión a diario, por qué jaleábamos el lema de la 'justicia patriarcal' sin escuchar lo que los jueces, abogados y juristas tenían que decirnos.

Tendremos que preguntarnos también por qué permitimos a nuestros políticos que insultasen al juez que había escrito un voto discrepante, por qué no estábamos explicando a la opinión pública lo que significa un voto discrepante, por qué se permitía que los columnistas difamasen a ese juez sin informar a los lectores sobre su trayectoria, por qué lo redujimos a una caricatura y nadie dijo nada cuando un millón de firmantes pidieron su inhabilitación.

Cuando se nos pase el furor, cuando se nos pase el cabreo, cuando se pueda, los periodistas vamos a tener mucho que reflexionar.