GEOMETRÍA VARIABLE
Torra se refugia en un guion surrealista para Tarragona
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
Joan Tapia
El viernes, a las 10.55 de la mañana, la Agència Catalana de Noticies, que no es independiente sino la agencia oficial, afirmaba rotunda: “Torra planta a Felipe VI y no asistirá a la inauguración de los Juegos del Mediterráno”. Imposible que un redactor de la ACN hubiera lanzado la noticia sin consulta previa con algún mandarín de la Generalitat. Sin embargo, menos de dos horas después, Torra anunciaba, en rueda de prensa convocada para la cuestión, que asistiría a la inauguración pero que la Generalitat rompía las relaciones con la Casa Real porque el Rey no había pedido disculpas ni por la represión del 1 de octubre ni por su famoso discurso. Además, ¡súmum de la mala fe!, no había accedido a la reunión que Torra, en la posdata de una carta firmada con Artur Mas y Carles Puigdemont, le pedía para abordar el conflicto catalán, olvidando que en una monarquía constitucional el Rey solo hace lo que el Gobierno le encomienda. ¿Pedía Torra que Felipe VI 'borboneara' en la estela de su bisabuelo, Alfonso XIII?
Torra no tenía suficiente. Luego la ANC anunciaba que el president asistiría, una hora antes de la inauguración oficial, a una 'mani' de protesta contra Felipe VI. El juego de los disparates al completo. ¿Qué demonios ha pasado? Pues que la Generalitat no sabía que hacer. Y Puigdemont y Torra no coincidían del todo. Quizás por eso Torra viajó el jueves a Berlín para ver a Puigdemont, por segunda vez desde que es president, y pedir el 'nihil obstat' para los Juegos del Mediterráneo. No deja de ser comprensible. En la daliniana obra de teatro a la que estamos asistiendo, Torra es el 'president', pero sus colaboradores cuando hablan del 'president' no se refieren a él sino a Puigdemont, Catalunya es una república independiente desde el 27-O pero las fuerzas independentistas gobiernan porque concurrieron -y ganaron- unas elecciones autonómicas convocadas por Mariano Rajoy al amparo del 155. Lo que pasa es que cuando no se es Dalí, sino un político y se tienen visiones lo más recomendable es visitar a un buen oculista. Pero nadie ha visto a Torra en la Clínica Barraquer.
No seamos injustos, Torra ha acabando eligiendo la solución menos mala y ha dado un pasito hacia la racionalidad. No podía quedar bien. Si no iba a Tarragona indicaba que el 'president' de Catalunya vive en un mundo tan imaginario que no puede asistir -por imperativo patriótico- al acontecimiento deportivo más relevante y con proyección internacional que ocurre en su país y que la propia Generalitat ha pagado en parte. Pero si acudía, los sollozos de los grupos separatistas más 'enrages' serían muy embarazosos. Dirían que Torra indultaba al Rey de España de la violencia policial. Por eso Torra -prudente- ha escogido el apaño que cree que le perjudica menos. Va a Tarragona para demostrar que el president no es un fantasma, pero una hora antes protesta contra el monarca para acreditar que tampoco es un colaboracionista. Es un buen apaño: no rompe con Berlín y tapa la boca a las Elisendas Paluzies. ¿Demuestra 'seny'?
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