Ciencia

Bienvenidos al futuro

Una media sonrisa aparece en mis labios hidratados cuando recuerdo a aquellos políticos que pusieron un impuesto al sol

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Manel Esteller

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Hoy es el día. Mi revisión anual. No estoy particularmente nervioso. Me he despertado pronto y he desayunado un pequeño bocadillo de grillos crujientes con una ensaladita de algas. Delicioso. Y además acompañado por un zumo multivitamínico hecho con frutas de proximidad. Los platos y los mínimos residuos los he depositado escrupulosamente en los respectivos contenedores y sé que casi el 100% de sus componentes me volverán reciclados. Me gusta mi cubertería, toda ella la he imprimido en casa con mi impresora 4D, que además de imprimir en las tres dimensiones también lo hace en la coordenada tiempo y provoca su degradación biológica en pocas horas.

Esto me recuerda que a ver si el fin de semana me puedo pasar por el Museu de la Ciència donde tienen aquella bolsa de plástico que han encontrado en las últimas excavaciones de la época premilenial. Creo que está expuesta junto a un bidón de petróleo. Que ridículo parece ahora todo cuando tenemos bacterias modificadas genéticamente que se comen los hidrocarburos y nuestros vehículos son impulsados por energía solar. Una media sonrisa aparece en mis labios hidratados cuando recuerdo a aquellos políticos que pusieron un impuesto al sol.

Una confección sostenible

Mi vestido es mínimo y funcional. De colores alegres que me dicen que son buenos para nuestro espíritu, un componente que aún no hemos podido identificar. Y además su tela regula la temperatura de mi cuerpo, lo que nos ha hecho ahorrar mucho respecto a aquellos rupestres aires acondicionados. Quizá la parte que más me gusta es que están hechos siguiendo una economía sostenible, y no se han producido en países donde se practica la explotación infantil para manufacturar los mismos.

Antes de enviar mis datos médicos, veo las noticias del mundo en mi pantalla virtual conectada 'on line' con mi ordenador cuántico. En Marte ha encontrado una nueva fuente de coltán, elemento indispensable para el móvil, que evitará aún más las injusticias por su obtención en África; los hielos de los polos continúan regenerándose debido al Tratado de Toronto de 2050 contra el cambio climático; la cobertura de la vacuna contra el virus del síndrome de la inmunodeficiencia humana ha alcanzado el 80% de la población mundial; y el Barça entrenado por Messi ha vuelto a ganar la Copa Planetaria. Hay cosas, como esta última que no cambian.

Desde que la mayoría de personas trabajamos en casa solo veo a mis compañeros en las teleconferencias

Antes de ponerme con la revisión sanitaria, adelantaré un poco el trabajo. Tengo que confesar que echo de menos un poco a los compañeros de trabajo, porque desde que la mayoría de personas trabajamos desde casa solo tengo la oportunidad de verlos en las teleconferencias. Las tardes, después de adaptar los horarios a la norma establecida por la conferederación de repúblicas nórdicas, son de tiempo libre. Para la conciliación familiar. Pero claro esto también ha cambiado mucho. Sobre todo desde la nueva ley de la robótica.

Con los derechos de los humanos

Quizá no sea coincidencia que este pensamiento me venga cuando oigo a Vania despertarse. Ella no hace ruido, es simplemente el suave susurro de las sábanas azul marino de la cama. Vania ya no fue comprada sino que ella misma escogió su destino. De las primeras de la nueva generación de androides que fueron reconocidos como seres con los mismos derechos que las personas. Sus capacidades multitarea y de predicción están muy buscadas en el mercado laboral. Yo soy más primitivo y me gusta el primer beso que me dae por la mañana. Los programas emocionales obtenidos a partir de los descubrimientos de la bioinformática Dra. Mireia Thompson fueron claves para que pasáramos de considerarlos máquinas a individuos con derechos y obligaciones como nosotros. Deseo ser digno de sus circuitos.

Ya sería hora de que enviara los datos al servicio de salud central. Enchufo mi dispositivo nanotecnológico subcutáneo en el enchufe y la "big data" circula a la velocidad del relámpago por la red. No crean que hemos abandonado el contacto físico con nuestros médicos porque dentro de un tubo escupo con cuidado, lo cierro herméticamente y el dron lo recoge en el balcón. Cuánto ha cambiado el paisaje de la ciudad con estos minirobots voladores que atraviesan la metrópoli, mientras humanos y androides caminan por una ciudad casi vacía de coches y motos.

Ojalá mis probabilidades matemáticas de desarrollar con el 30,3% cáncer, 61% de demencia y 66% enfermedad vascular disminuyan con los nuevos hallazgos que se están haciendo en el barrio de la biomedicina y la biotecnología localizado cerca de aquellas tres antiguas chimeneas de la fábrica. Sin contaminación, ahora puedo ver las estrellas. Tal como, un día ahora tan lejano, me dijo mi padre que haría.