LA CLAVE

A enemigo muerto...

Destronado Rajoy, el 'procés' corona al rey Felipe VI como nuevo chivo expiatorio de sus frustraciones, pero la inquina independentista hacia la Corona es muy anterior al discurso de 3-O

Tensión en torno al rey en la marcha de duelo por los atentados de Barcelona.

Tensión en torno al rey en la marcha de duelo por los atentados de Barcelona. / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

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La hostil recepción que el independentismo prepara para el rey Felipe VI, este viernes en Tarragona y la semana próxima en Girona, se ampara en su discurso del 3 de octubre, en el que culpó al Govern y al Parlament de incumplir el Estatut y la Constitución, recordó que en democracia se puede defender todo "con respeto a la ley" y omitió la violencia policial del 1-O. Pero esa es una verdad a medias.

Poco debería preocupar a los dos millones de personas que votaron a favor de una república independiente que un Rey al que no reconocen como propio se dirigiera solo a los catalanes que no fueron a las urnas ("no están solos"). Y para los políticos que se habían comprometido en el Parlament a desobedecer las leyes españolas, que el jefe de Estado certifique que acabaron haciéndolo tendría que ser, más bien, motivo de orgullo y honda satisfacción. 

Ciertamente, tienen razón los 'presidents' Torra, Puigdemont y MasTorra, PuigdemontMas cuando censuran que el monarca no haya ejercido el papel moderador entre poderes del Estado que le confiere la Constitución. Pero soslayan el hecho de que dialogar sobre la ruptura de la unidad nacional, como ansía el bloque independentista, escapa de las atribuciones del titular de una monarquía parlamentaria.

VIEJOS AGRAVIOS

Recién entronizado, mucho antes del 3-O, el Rey vio cómo el Ayuntamiento de Girona, dirigido por Puigdemont, declaraba en el 2014 que el título de Princesa de Girona "no representa a la ciudad". Luego el consistorio le retiraría al monarca la medalla, el bastón y la espada de la capital, y exigiría rebautizar la Fundació Princesa de Girona con el nombre de un ministro de la República. Si él mismo fue abucheado en Barcelona en la manifestación de repulsa a los atentados de agosto, en Girona se venían quemando fotos de su padre hace más de una década. ¿Seguro que la presente inquina procede de su discurso del 3 de octubre?

Destronado Mariano Rajoy --verdadera panacea para el independentismo-- y relevado este por un mucho más dialogante Pedro Sánchez, el 'procés' corona al Rey como nuevo chivo expiatorio de sus frustraciones. A enemigo muerto, enemigo puesto.