ANÁLISIS
La culpa es del antimadridismo
Cuesta creer que el presidente del Real Madrid, solo tres semanas después de tocar el cielo ganando la decimotercera Copa de Europa se vea obligado a hacer un ejercicio de victimismo como el vivido en la presentación de Lopetegui como nuevo entrenador. Florentino llegó a decir que “ha llegado el momento de que los madridistas hagamos frente a esa corriente que busca perjudicar la imagen del Real Madrid”.
Antes de esta llamada a la cruzada blanca, cumplió con el guión previsto y atizó al presidente de la RFEF Luis Rubiales, a quien achacó una “absurda reacción de orgullo malentendido alimentada por algunos malintencionadamente”. Vaya, a quién se le ocurre cabrearse viendo cómo te levantan al entrenador que acabas de renovar por dos años hace tres semanas, a tres días de empezar el Mundial, sin siquiera comentárselo al presidente de la federación hasta cinco minutos antes de anunciarlo y decidiendo unilateralmente cómo y cuándo comunicarlo… ¡Si es que Rubiales se cabrea por cualquier cosa!
La tramoya del acto
Viendo cómo preparó el acto el club y el momento emocional del ex seleccionador, “ayer fue el peor día de mi vida tras la muerte de mi madre y hoy es el día más feliz”, pensaba en la sana y lógica intención de arropar a Julen con dosis de cariño para superar un momento tan bipolar como éste. Y así discurría todo, rodeado de su familia, con un vídeo de sus mejores momentos, con el discurso del presidente y la emoción a flor de piel de Julen, muy dolido y triste al principio pero orgulloso de ser “leal a mi responsabilidad, cosa que aprendí en este club”.
Llegó el turno de preguntas, abrió RMtv, siguieron otros hasta que alguien rompió la magia (va a entrenar a Cristiano, ¿es para usted el mejor del mundo?). Y siguió un gran abucheo por parte del público asistente. Lopetegui se desmintió a sí mismo sin rubor ”el mejor del mundo está en este club” y el abucheo se convirtió en ovación.
De repente estábamos en una grada cualquiera en lugar de asistir a un acto institucional. Esta vez no hubo presentación y luego rueda de prensa. Fue todo junto, los periodistas de pie en un lateral. Sentados la familia de Julen, la directiva del club, exjugadores empleados como Raúl o Arbeloa y socios y aficionados que tuvieron acceso al acto. Guardia pretoriana para “defender al club”. Nadie preguntó si habiendo hecho las cosas de otra manera, yendo de frente, manejando otros tiempos y respetando a la RFEF, Julen estaría sentado mañana en el banquillo de España.
Una pena.
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