DOS MIRADAS

A la cárcel

Aviso definitivo a todos los que se sienten inmunes, a los que creen poder burlar la ley en nombre de palabras poderosas

Iñaki Urdangarin a su salida de la Audiencia de Palma.

Iñaki Urdangarin a su salida de la Audiencia de Palma. / periodico

Emma Riverola

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Urdangarina la cárcel. Cae el último símbolo del pelotazo. Aquel estado de inmunidad que enriqueció a tantos y envileció a todo el país. El paisaje se pobló de grúas. Tonto era el que no especulaba y cada palmo de tierra parecía tener su cofre del tesoro escondido. Una peste de avaricia desbordada atacó a todas las capas de la sociedad. También a la monarquía. A una de las piedras que engalanaban la corona, la gema más espontánea, juvenil y deportiva.

Urdangarin, a la cárcel. Aviso definitivo a todos los que se sienten inmunes. A los que creen poder burlar la ley en nombre de palabras poderosas. Cuando aquel marmóreo Felipe VI disertó sobre el respeto a la leyFelipe VI en su discurso tras el referéndum en Catalunya, sabía muy bien de lo que hablaba.

Elsa Artadi, en un ataque de ombliguismo, declaró que la operación policial en busca del censo del 1-O no era más que una maniobra para distraer la atención informativa de la condena a Urdangarin. La visión de la portavoz del Govern se acerca más a la aspiración de creerse aún en el centro de la actualidad que a la realidad. Pero, a pesar de las radicales diferencias entre el ‘caso Nóos’ y el 1-O, hay un estado mental que comparten: el ensimismamiento de creerse superiores.

Urdangarin, a la cárcel. Una pizca de reparación para la España saqueada. La que fue víctima del pelotazo, la que sufrió el desgarro de la crisis, la que aún sobrevive anclada en el precariado.