LA CLAVE

La paradoja de Rivera

El descenso del PP a la oposición puede acabar proporcionando al viejo partido conservador la fortificación que necesita para resistir la acometida de Ciudadanos

Albert Rivera durante la segunda jornada de la moción.

Albert Rivera durante la segunda jornada de la moción. / periodico

LUIS MAURI

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Todos los actores han sufrido alguna vez la turbación de quedarse en blanco, mudos, balbuceando o declamando una frase que pertenece al acto siguiente. Los profesionales de la interpretación atribuyen estos temibles lapsus a la falta de preparación, al estrés o a un factor inesperado que quiebra la concentración del actor.

En la escena política ningún actor ha olvidado su papel. Pero a algunos les han cambiado el guion por sorpresa en medio de la función. La obra que ahora se representa es muy distinta de la que ellos habían memorizado. El efecto es similar al de haber  olvidado el libreto: desconcierto, parálisis, pánico escénico.

Ciudadanos ascendía sin despeinarse en las proyecciones electorales en un contexto de gran inestabilidad política. El enfrentamiento radical entre los independentistas y el Estado (negación del diálogo, quiebra unilateral de la ley, judicialización extrema) reforzaba el atractivo de la oferta ultranacionalista y recentralizadora de Rivera ante un amplio sector del electorado. Y el cenagal del PP le propulsaba para intentar el asalto a la posición hegemónica de la derecha española.

El perfil de Puigdemont

Pero esa no es ya la obra que se representa. En Catalunya, el PDECat y ERC parecen decididos a explorar la vía del diálogo que les señala Sánchez. SánchezPuigdemont es reacio, pero si hay distensión el perfil del expresident perderá inexorablemente nitidez. Y en Madrid, los principales actores han intercambiado sus posiciones en el escenario. Hasta hace unos días, asaltar la posición del PP en la derecha era casi equivalente a asaltar el Gobierno. Hoy, esa ecuación ya no rige.

Rivera será víctima en los próximos meses de una curiosa paradoja. El descenso del PP a la oposición puede acabar proporcionando al viejo partido conservador la fortificación que necesita para resistir la acometida de Ciudadanos. En el Gobierno, el PP no habría planteado la renovación de liderazgo a la que ahora está abocado. Si la culmina con la profundidad necesaria, podrá hacer el vía crucis judicial que tiene por delante con menor desgaste del que le convendría a Rivera. La pesadilla de quedarse en blanco.