Amnistía y autodeterminación

Si Pedro Sánchez aspira a consolidar su presidencia solo podrá hacerlo buscando alianzas con la izquierda y los independentistas

Pedro Sánchez, en la Moncloa.

Pedro Sánchez, en la Moncloa. / periodico

Roger Palà

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Pedro Sánchez fue investido presidente con los votos de Podemos y los 'comuns’ y de los soberanistas catalanes, valencianos y vascos. Sin embargo, sus primeros pasos no se han dirigido en la dirección de la mayoría que le avaló. Sánchez ha hecho una apuesta por un Gobierno con presencia mayoritaria de mujeres (que no quiere decir, necesariamente, un Gobierno feminista). Pero más allá de esto, ha formado un Ejecutivo con un marcado signo liberal y españolista. Los nombramientos del jacobino Josep Borrell y el juez Grande-Marlaska han levantado ampollas entre los 'indepes', por no hablar del rosario de tuits del nuevo ministro de Cultura, Màxim Huerta.

El Gobierno de Pedro Sánchez ha gustado más a Ciudadanos que los partidos que le invistieron. La estrategia del PSOE busca frenar las críticas de Ciudadanos y el PP, que lo acusan de pactos inconfesables con los independentistas y "los populistas de Podemos". Pero sería injusto hablar de sorpresa o decepción. El apoyo a Pedro Sánchez de los partidos soberanistas y también en gran medida el de Unidos Podemos ha tenido como único objetivo echar al PP, en un contexto de emergencia por la podredumbre de la corrupción y la degradación de las libertades en Catalunya y el conjunto del Estado. Entre la izquierda y los soberanistas Sánchez no ha decepcionado a nadie, porque probablemente eran muy pocos los que esperaban nada.

Un Ejecutivo débil

Sin embargo, es muy poco probable que este apoyo se consolide si el PSOE no concreta un programa decantado a la izquierda y, al mismo tiempo, modula políticas que puedan satisfacer las aspiraciones de catalanes y vascos. Sánchez podrá gustarse mucho ahora, pero cuando se apaguen los focos y pase la novedad, lo que habrá es un Gobierno débil avalado solo por 85 diputados.

En cuanto al independentismo, será clave la determinación del Gobierno español para estudiar medidas como el indulto o la amnistía para los presos políticos (la Constitución prohíbe el indulto general, pero no cita específicamente la amnistía: hay debate entre juristas). Pero más allá de esto, el conflicto catalán seguirá existiendo. Todo parece indicar que el referéndum sigue siendo la mejor vía para abordarlo. Al margen del gran consenso que despierta en Catalunya, las encuestas señalan que un 46% de los españoles también está a favor, una cifra que ha crecido en los últimos tiempos. Sánchez no puede aspirar a contar con el apoyo de los soberanistas si no reconoce estas dos realidades.

La hora de la verdad llegará las próximas elecciones. Puede haber de nuevo una gran fragmentación. Si esto ocurre, tanto Podemos y los ‘comuns’ como los partidos independentistas volverán a ser claves. Y entonces, difícilmente regalarán de nuevo su apoyo a cambio de nada. Si Sánchez quiere dar continuidad a su presidencia deberá tenerlo presente.

Amnistía y autodeterminación. El PSOE puede aproximarse a estos planteamientos (no necesariamente asumirlos) o puede no hacerlo. En el segundo caso, la alternativa será diluirse en un frente nacional con el PP y Ciudadanos. Un escenario nada descartable, donde la derecha siempre tiene las de ganar y los socialistas pueden acabar jugando un papel subsidiario.