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El 'pulp' se va cuando rompe el alba

Fallece Francisco Claudet, una de las grandes firmas de la literatura de quiosco, autor de casi mil novelas

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Miqui Otero

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Muchos de los buenos de la historia se van cuando rompe el alba. O cuando despunta.

¿Y a qué hora es eso? No es necesario sincronizar relojes: los novelistas de la literatura de quiosco y también sus personajes lo saben bien.

Eso sucedía siempre en los westerns que escribía Francisco Claudet. Y eso quiero pensar que le ha pasado a él, que falleció hace unas horas dejando casi un millar de novelas llenas de vida y también una vida a menudo de novela.

Las novelas jamás se escriben solas y, en el caso de los bolsilibros, hay un montón de autores anónimos, que cobraban a la línea y firmaban con seudónimo yanki, con biografías tan explosivas como sus tramas. Algunas me las explicó un día Pérez Andújar. Uno de ellos, especialista en las novelas 'pulp' de artes marciales, era cinturón negro de karate. El otro, que triunfó por sus westerns y que posaba con un Colt 45, fue en su día a EEUU a buscar oro. El de más allá, cuya predilección era el género de terror, solía posar en cementerios góticos. Otro de ellos era un funcionario de prisiones purgado por el franquismo, que, casi convertido en espía, ayudaba a sus compañeros republicanos encarcelados, sacando sus manuscritos y entrándoles los honorarios.

Uno se pregunta cómo pudo escribir más de 800 novelas sin repetir ni un solo título

Claudet descubrió la literatura en librerías de viejo y se encandiló tanto por los clásicos rusos como por El Coyote de Mallorquí. Trabajó un tiempo en la Cinzano, hasta que recibió la oferta de escribir cinco novelas al mes por 35.000 pesetas. Firmó biografías de Dumas, de Kubala, de Marilyn e incluso el primer libro sobre la ouija. Y se convirtió en uno de los grandes del 'pulp' español, llevando a los quioscos del franquismo gris plomo títulos tecnicolor como 'Aluciman', '002 contra el hippie', 'Érase una vez otra galaxia', 'El protagonista del miedo' o '¿Es peligroso ser senador, Mr. Kennedy?' Uno se pregunta ya no cómo pudo escribir más de 800 novelas, sino cómo pudo no repetir ni un solo título.

Así que Frank Claudet levantó el campamento y se fue al romper el alba. El resto nos convertimos en los monstruos tristes que devoraron sus libros y que le desean un feliz viaje. Tan feliz, tan trepidante, como sus historias.