TRAS MAS DE SEIS AÑOS DEL GOBIERNO DEL PP

La difícil apuesta de Pedro Sánchez

El rechazo a la corrupción le ha llevado al poder, pero no tiene detrás una mayoría coherente

Pedro Sánchez saluda a Mariano Rajoy al final del pleno de la moción de censura, el pasado viernes.

Pedro Sánchez saluda a Mariano Rajoy al final del pleno de la moción de censura, el pasado viernes. / periodico

Joan Tapia

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Hace solo cuatro años, primeros del 14. El 'president' Montilla asintió con un pequeño gesto cuando le pregunté si Rubalcaba dimitiría si iban mal las europeas. ¿Entonces... Chacón, Madina? De repente oí, también está Pedro Sánchez. ¿Quién? Es diputado y economista, ha escrito un libro y lo va presentando por España... será candidato. Sí, es poco conocido... pero tenaz. El siguiente julio Pedro Sánchez era elegido secretario general venciendo a Eduardo Madina, el candidato de Ferraz. Tuvo el apoyo de Susana Díaz.

Ya elegido, voló por cuenta propia. Al margen de Susana Diaz, Rubalcaba, Zapatero... En el 2015 el PSOE bajo a 90 diputados (antes 110). El aparato dijo que era un desastre y quería que dimitiera. Era injusto, Sánchez había frenado a Pablo Iglesias, la izquierda que se levantaba contra la crisis y quería tomar el cielo por asalto. Tejió un pacto y programa con Rivera y se presentó a la investidura. Perdió porque Iglesias quería ser vicepresidente y controlar el CNI. En las elecciones de junio del 2016 perdió 5 diputados pero consiguió distanciarse de Podemos-IU. No quiso transigir con Rajoy, tuvo que dimitir tras un bochornoso comité federal en octubre y dejó su acta de diputado.

Todos dieron por enterrado a Pedro Sánchez, incluso algunos de sus más íntimos. Pero, contra todos los pronósticos, volvió a ganar las primarias socialistas de mayo del 2017 frente a la poderosa Susana Diaz, la virreina de Andalucía. Pero el pasado 7 de mayo escribí que su estrella palidecía. Rivera -aupado por la crisis catalana- subía en las encuestas y robaba votos al PP. Y de repente todo volvió a cambiar. El jueves 24 de mayo hubo sentencia de la Gürtel, el 25 Sánchez presentó por sorpresa la moción de censura a Rajoy (que acababa de lograr aprobar los presupuestos) y el viernes 1 la ganó con los votos de aquellos que le hicieron ascos en el 2015 (Podemos, ERC, PDECat y PNV).

Al asumir los presupuestos de Rajoy lanza un inteligente mensaje al mundo económico: no habrá bandazo

¿Qué ha pasado? La crisis catalana había polarizado la vida política. Por una parte, Puigdemont, el insurgente. Enfrente, Albert Rivera, la reacción antiseparatista subida de tono. En medio Rajoy administraba el 155 con cautela (los tribunales son otro negociado) y Sánchez, que había trabado cierta sintonía con Rajoy, solo podía ayudar. España no podía tolerar que un 47% de catalanes proclamara un nuevo estado.

De repente estalló la sentencia de la Gürtel, más dura de lo esperado. El líder de la oposición tenía que presentar la moción de censura. O abandonar a favor de Pablo Iglesias o de Albert Rivera, que ya declaró al instante que la sentencia cambiaba todo. Y Sánchez rebotaba de nuevo en una España (el CIS lo certifica) que cree que la corrupción es -tras el empleo- el gran problema, mucho mayor que Catalunya. Y una encuesta de 'El Confidencial' decía que un 54% de los españoles apoyaban la moción (un 45% si eran precisos los votos independentistas). Al PP la sentencia de la Gürtel le cogió con el pie cambiado durante nueve años... y el resultado es conocido. La clave a corto es que el PNV no quería ir a elecciones tras haber votado con Rajoy dos veces: presupuestos y censura.

¿Era lógica la censura? La oposición está para eso. Y Catalunya no puede ser una patente de corso. Felipe González usó la OTAN;  Aznar, Filesa y la guerra sucia contra ETA; Zapatero (con razón) la guerra de Irak; Rajoy culpó a Zapatero de la peor crisis económica desde 1929...

Lo diferente es que Sánchez no llega tras unas elecciones sino una moción de censura. Es legítimo, pero con 85 diputados estará más en minoría que Rajoy con 134. Y no tiene detrás una mayoría coherente para aguantar sino una suma de votos de protesta o de indignación. Cierto que no pretende agotar la legislatura sino gobernar unos meses y crear un nuevo clima que reduzca la crispación enloquecida de los últimos años. ¿Lo puede lograr? La economía está mejor que en el 2011 (no solo gracias a Rajoy) y al asumir los presupuestos ya votados Sánchez emite un mensaje tranquilizador no solo para el PNV sino para los inversores españoles y extranjeros, de los que depende en gran parte la economía, y para Europa. España ha cambiado de Gobierno, pero la política económica no dará un bandazo. ¿Lo entenderán algunos de los votos de este viernes?

Y respecto a Catalunya tampoco habrá un cambio de fondo ya que Sánchez insistió en la Constitución y el Estatut, aunque sí se debería poder caminar hacia un inicio de deshielo. ¿Será así? El Gobierno de Rajoy ha acabado bloqueado. La apuesta de Sánchez es arriesgada y él mismo admitió que no sería fácil.