Análisis

¿Ya vivimos en la nube?

Se generan tantos datos que necesitamos aprender a decidir qué debemos guardar y qué eliminar

Ordenadores de Bitmain en plena actividad de minería de criptomonedas, en Keflavik, Islandia.

Ordenadores de Bitmain en plena actividad de minería de criptomonedas, en Keflavik, Islandia. / JK/SN/FL/NL

Carmina Crusafón

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Seguramente esta situación les resultará familiar: no pueden guardar nada más en su teléfono móvil porque la memoria se agotó. El motivo: la gran cantidad de información imágenes que recibimos a través del WhatsApp y las fotos que tomamos diariamente o durante nuestras vacaciones. El mundo digital en el que vivimos nos obliga a buscar soluciones para guardar nuestros datos y recuerdos.  Tres preguntas son clave: ¿qué opciones tenemos?; ¿cuánto espacio necesitamos? y ¿a qué coste?

El almacenamiento de datos siempre ha preocupado a la industria de la informática. Se han buscado distintas soluciones. Primero fueron los disquetes, le siguieron el CD o el DVD, posteriormente aparecieron los lápices de memoria o las memorias externas. Ahora ha tomado protagonismo: la nube. Esto es, equivale a aquel programa o servicio que no está físicamente en nuestro ordenador. Se encuentra en otro espacio al que podemos acceder fácilmente a través de cualquier dispositivo y su capacidad de almacenaje es mucho mayor y no ocupa espacio en nuestros ordenadores o móviles.

Como ya saben los datos son el petróleo del siglo XXI. Por este motivo, la nube ha adquirido un papel protagonista en el ecosistema digital. Las empresas tecnológicas se encargan de ofrecernos este tipo de servicios. Dos cuestiones son básicas: qué cantidad de espacio necesitamos para nuestra información (fotos, videos, textos, etc.) y qué precio debemos pagar.

En la actualidad los gigantes digitales son los que nos ofrecen soluciones gratuitas en la nube con un espacio medio de 15 GB. Los más habituales para los usuarios son: Drive de Google, iCloud de Apple, OneDrive de Microsoft, o Dropbox. A partir de las 15 GB, entonces el precio varía en función de la cantidad de almacenamiento que deseemos, con un coste desde 0,99 céntimos al mes a unas decenas o centenares de euros.

Los servicios en la nube ofrecen como principales ventajas: la facilidad de uso y el acceso a través de diferentes dispositivos. Como desventajas aparece cómo garantizar la privacidad de nuestros datos ante los ataques informáticos y la seguridad de la pervivencia del servicio. Por eso es importante tener en cuenta algunos aspectos: qué pasa en caso de fallo del servicio, de robo de datos y el derecho a compensación, y de quién es la propiedad de los datos que están en la nube.

A nivel de empresas, estos servicios se conocen como 'cloud computing'. Han aparecido nuevas compañías que ofrecen distintas modalidades y se están generando nuevos servicios y puestos de trabajo. Asimismo, los gigantes digitales y los operadores de telecomunicaciones ven en este segmento una oportunidad de crecimiento de su negocio. Hace justo unos días Telefónica anunciaba una alianza con Amazon para ampliar sus servicios para empresas en la nube.

En este nuevo escenario otro concepto también emerge con fuerza: la basura digital. Se generan tantos datos qué necesitamos aprender a decidir qué debemos guardar y qué eliminar. No todo es necesario. Nuestro aprendizaje digital determinará si esta máxima de “menos es más” sigue o no vigente.