'Visca' Fuentealbilla

Iniesta se despidió representando a la España y la Catalunya posibles

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Albert Sáez

Albert Sáez

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Don Andrés ya está en Japón. Con su habitual humildad, sus primeras palabras fueron para decir que se disponía a aprender la cultura de ese país más que milenario. Sus últimas palabras en el Camp Nou fueron toda una clase magistral en estos tiempos de trincheras y purezas identitarias: ‘Visca’ Fuentealbilla dijo el penúltimo capitán de ese Barça que se ha quedado sin adjetivos. A algunos les hubiera gustado que se atrincherara con un clásico “Viva España”. Y la Catalunya diminuta de Quim Torra hubiera preferido que se limitara al “Visca Catalunya”. Pero la Catalunya y la España posibles –no las soñadas ni las diseñadas en laboratorios demoscópicos- son las que permiten que un maestro del fútbol lo sea también de la ciudadanía y se permita el lujo de recordar sus orígenes sin renunciar a entender la cultura con la que ha convivido en un lugar en el que llegó como un niño y se marcha como un hombre, aunque todo el mundo sabe que volverá.

Da la impresión que Iniesta representa mejor a la mayoría de los catalanes y de los españoles que buena parte de los políticos, que la mayoría de los tuiteros y que casi todos los analistas atrincherados en una batalla cada día más virtual y menos tangible. Y lo curioso es que don Andrés representa a un montón de gente sin proponérselo, muerto de vergüenza, escondido tras su cara de niño con canas senatoriales, quitando importancia a su talento y centrándose en su capacidad de trabajo, en el agradecimiento a sus compañeros, en el apoyo de la afición, … Durante las últimas cuatro décadas, Catalunya, sin ningún ánimo supremacista, ha sabido generar un hábitat en el que gente como Iniesta se ha sentido como en casa porque se han sentido respetados y han correspondido con idéntico respeto. El drama es que una minoría dentro de la élite que manda en Catalunya les ha perdido el respeto en los últimos meses. Y los han tratado como iconos locales de las barbaridades de otra minoría dentro de la elite que manda en España. Y la tragedia es que cuando le pierdes el respeto a un tipo como don Andrés, te pierdes el respeto a ti mismo. Gracias, don Andrés