ECONOMÍA

Barcelona: ¿la puerta china a Europa, Norte de África y América?

El potencial para que la ciudad se convierta en puente entre China, Europa y el mundo existe. El tráfico de importaciones y exportaciones entre el Puerto de Barcelona y Asia supone ya más de un 50% del total.

Imagen de archivo del Port de Barcelona.

Imagen de archivo del Port de Barcelona. / .40311897

MIGUEL OTERO-IGLESIAS Y CARLOS SANTANA

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España y Barcelona podrían tener un papel principal en la nueva ruta de la seda entre Europa y Asia Oriental propuesta por China. Con el desarrollo de su economía como objetivo último, Pekín ha decidido que necesita un nuevo puerto y centro logístico en Europa. Las privilegiadas infraestructuras existentes y las venideras hacen del Port de Barcelona y de la ciudad condal el lugar ideal para atraer la inversión china. Pero esta carrera está quedando marcada por el procés, y se están adelantando competidores internacionales menos idóneos.

Belt and Road Initiative (BRI) o La Franja y la Ruta en español, es el paraguas diplomático bajo el que se desarrollará toda la actividad de China en el exterior en la próxima década. Sobre todo ahora que Xi Jinping ha consolidado su poder. Todas las empresas chinas -públicas, privadas o mixtas- deberán alinear sus inversiones según las directrices de Pekín. Madrid ha jugado un papel relevante (a nivel político) con la llegada del tren YXE a la capital; Barcelona podría sacarle mucho más partido y rentabilidad a su puerto, convirtiéndose en centro neurálgico de distribución para el sur de Europa y España.

Barcelona, puente entre China y Europa

El potencial para convertirse en puente entre China, Europa y el mundo existe. El tráfico de importaciones y exportaciones entre el Puerto de Barcelona y Asia supone ya más de un 50% del total. A esto hay que añadirle la presencia de grandes multinacionales en el puerto y zona franca como Inditex, Adidas, General Motors o BSH. Existen, además, negociaciones para que las líneas de trenes que llegan de China a España lo hagan por Catalunya y luego continúen hacia Zaragoza y de ahí a Madrid. El mismo trayecto también se haría a la inversa, aumentando así la exportación de producto. Además, se podría consolidar cargo ferroviario en el puerto para continuar por mar hasta el otro lado del Atlántico y al norte de África, convirtiendo a Barcelona en el puerto de China en Europa y un hub para Sudamérica.

Gigantes de la distribución como Amazon o Alibaba han apostado con mayor fuerza por Italia antes que España, convirtiendo al país alpino en corazón de sus operaciones. Aunque se critique el régimen chino en la prensa, potencias europeas como Alemania, Reino Unido, Francia e Italia comprenden la necesidad de hacer negocios con China, posicionándose en el lugar y el momento adecuado para atraer inversión. La reciente ofensiva política de Macron, por ejemplo, está situando a Niza o Marsella en el lugar que le correspondería a Barcelona.

A diferencia de los citados candidatos u otros como Venecia o Génova, Barcelona tiene unas características genuinas, siendo la única ubicación en el sur de Europa que concentra en un mismo lugar puerto, aeropuerto, tren, zonas francas y de logística, alcanzando en menos de 48 a más de 400 millones de consumidores. La concentración de servicio, empresas y principales socios comerciales y logísticos han atraído ya a la ciudad a numerosas compañías chinas (Bright Food, Lenovo, ICBC, Nanfang Pump, Haier, CCIC, etc.)

Muchos productos y servicios continuarán viniendo de Asia, la región más dinámica del mundo, y distribuyéndose en la Unión Europea, y viceversa. ¿No es por tanto mejor que los puestos de trabajo en materia de infraestructura, pago de impuestos y aduanas, desarrollo tecnológico para la distribución, y otros muchos beneficios derivados del comercio se produzcan en nuestras fronteras y no en otras?

Oportunidad histórica

Obsesionados con lo urgente, no somos capaces de ver lo importante. Por no abordar con valentía y decisión los problemas, incertidumbre y desconcierto que atañen a Catalunya, España está perdiendo la oportunidad histórica de ser además de “amigo de China”, uno de sus mayores socios estratégicos y comerciales. La situación es seria. Con el impasse político actual se corre el riesgo real de no solo dejar de atraer proyectos de inversión, si no también de generar una diáspora de empresas ya instaladas, que buscarán otros centros comerciales.

Como han indicado los empresarios alemanes recientemente, lo importante –posicionar a Barcelona, Catalunya y España en el tablero internacional– empieza a reclamar su sitio, y por ello es fundamental solucionar aquello que nos impide tan siquiera plantearnos el futuro. Esto no significa rendir pleitesía a China ni dejar de hacer ejercicio de crítica, justificando el fin sin importar los medios. Por el contrario, entender la realidad y formar parte de la toma de decisiones a nivel internacional que la moldean, es la única manera de poder sacar el máximo beneficio de ella y así poder mejorar la vida de los ciudadanos españoles, y catalanes, en su conjunto. 

Miguel Otero Iglesias es investigador principal del Real Instituto Elcano y Miguel Otero Iglesias Carlos Santana