ANÁLISIS

Pragmatismo

Se culpa al PNV de buscar el beneficio propio. Pero los que lo critican se olvidan de cuando habían aplaudido lo mismo cuando lo hacía con destreza la antigua CiU.

El portavoz del PNV, Aitor Esteban, bromea con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, este miércoles en el Congreso.

El portavoz del PNV, Aitor Esteban, bromea con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, este miércoles en el Congreso. / periodico

Olga Grau

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El apoyo del PNV a los presupuestos del Gobierno no ha sido una sorpresa. Tan solo hacía falta seguir las pistas que los nacionalistas vascos han ido dejando en el camino durante los últimos meses para marcar su hoja de ruta.

Primera pista. Poco antes de que los vascos aprobaran las cuentas del 2017, trascendió la mediación que el lehendakari Iñigo Urkullu realizó entre Moncloa y Carles PuigdemontIñigo Urkullu en octubre del 2017, tras el referendum del 1-O. Urkullu trasladó a Puigdemont la cuestión de si estaría dispuesto a no realizar la declaración unilateral de independencia (DUI) y convocar elecciones a cambio de que Mariano Rajoy se comprometiera a no aplicar el artículo 155. El proceso de mediación buscaba arrancar un compromiso a ambas partes en un momento en que la desconfianza era máxima y asegurar que tanto Puigdemont como Rajoy cumplirían sus compromisos sin sorpresas de última hora. El resultado es de sobras conocido. Puigdemont no convocó elecciones, dos días después huyó a Bruselas, y las cuentas de Rajoy se aprobaron con el voto de Ciudadanos y PNV. Y también con la sensación de que los vascos habían hecho un esfuerzo que los independentistas no habían sabido o querido aprovechar.

Segunda pista. El apoyo a los presupuestos de 2017 resultó muy beneficioso para el grupo nacionalista vasco. En noviembre del 2017 logró un acuerdo para cinco años (sí, para un lustro) para el cupo vasco con una rebaja por valor de 1.400 millones, la reducción de la tarifa eléctrica de sus grandes empresas y una inyección de 3.380 millones para la alta velocidad en Euskadi. 

Tercera pista. Llegan las cuentas del 2018 y vuelve a repetirse la misma situación. Mariano Rajoy necesita al PNV para poder acabar la legislatura en un contexto de fuerte tensión con Catalunya. El PP se compromete a un aumento de la inversión en el País Vasco del 32%. Los nacionalistas vascos, en deuda con el PP por el cupozano del 2017 a cinco años, pactan con el PP un incremento de todas las pensiones en función del IPC para el 2018 y el 2019. Además, se retrasa la entrada en vigor del factor de sostenibilidad (que implica un recorte en las nuevas pensiones) hasta 2023. También se acuerda elevar el 56% la base reguladora de las pensiones de viudedad (y el año que viene del 60%). Un detalle que no hay que olvidar es que las manifestaciones de pensionistas en España se desbordaban sobre todo en Bilbao. El PNV reclama a su vez el compromiso a Rajoy de que habrá diálogo con Catalunya.

Cuarta pista. El Gobierno vasco, conformado por el PNV y el PSE, ha optado por el PP para aprobar los presupuestos de este año. 

A pesar de que públicamente el PNV siempre se ha mostrado contrario al 155, las señales que han conducido a la aprobación de los presupuestos eran muy claras. Los vascos han optado por una opción pragmática que les beneficia en lo económico y en lo político. Se culpa al PNV de buscar el beneficio propio. Pero los que lo critican se olvidan de cuando habían aplaudido lo mismo cuando lo hacía con destreza la antigua CiU.