ANÁLISIS

¿Y ahora, qué?

Se va Iniesta, que es único. Y le añoraremos. Pero el Barça tendrá que sobrevivir con los regates de Denis, las llegadas de Aleñà, el gol de Coutinho

Andrés Iniesta saluda desde el campo en su despedida tras 22 años en el Barcelona

Andrés Iniesta saluda desde el campo en su despedida tras 22 años en el Barcelona / periodico

Sònia Gelmà

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Quizás Denis sea su perfil más parecido, aunque más amigo del desequilibrio que de la asociación, y sin que hasta el momento haya conseguido pesar en los partidos que ha jugado enteros. Irregular. Aleñà tiene más llegada y ha mamado la idea desde pequeño, aunque le falte aún su visión de juego. Inexperto. Coutinho tiene más gol, y también último pase, aunque aún es demasiado intermitente y ni por asomo consigue la pausa que requiere la posición. Desubicado. Ninguno consigue ser Iniesta. Una mezcla de los tres nos serviría, pero mientras no podemos clonar al manchego, habrá que asumir que hagan de 8, con sus cualidades: los regates de Denis, las llegadas de Aleñà, el gol de Coutinho.

Porque no se hagan los sorprendidos, sabíamos que esto pasaría. Aquel Barça extraterrestre que moldeó Guardiola empezó a ser terrenal con el adiós de Xavi. Y nos costó aceptarlo. Pero aunque Rakitic no supiera girar sobre sí mismo, su fortaleza física nos permitió gozar de la libertad de Messi y su equilibrio, de la verticalidad del tridente. Y nos quedaban Iniesta y Messi. Hasta ahora. Al tridente de los bajitos ya solo le queda una punta.

Se fue Xavi. Y aunque a días, cuando de pronto el balón se convierte en un conejo al que nadie puede atrapar, aún le añoramos, el Barça tuvo que sobrevivir. Se va Iniesta. Y aunque a días, cuando nadie encuentre el momento de controlar el partido, le añoraremos, el Barça tendrá que sobrevivir. Y aunque el recuerdo estará siempre presente, habrá que seguir jugando. Con el 6 de Xavi, que aunque ahora lleve Denis, sigue siendo de Xavi. Con el 8 de Iniesta, que aunque el año que viene lo llevará algún valiente, seguirá siendo de Iniesta. Como el 10 de Messi, que algún día algún imprudente se creerá digno de heredar. Y cuando ya no haya ni rastro de ese triángulo que era el motor del mejor Barça de la historia, también se retirará Busquets, y con él, Piqué.

Porque aunque nos encantaría parar el reloj, y no solo para los jugadores, éste avanza inexorablemente, también para los que recordamos los inicios de aquel joven pálido que supuestamente tenía que competir con Xavi por una plaza, porque nos dijeron que el otro interior tenía que parecerse a Davids. Hasta que confirmamos que el talento siempre es compatible, y cuanto más, mejor. 

Asumido, pues, que Iniesta es único, quizás descubramos que entre Coutinho, Aleñà y Denis pueden crecer lo suficiente como para hacer disfrutar al barcelonismo una cuarta parte de lo que ha hecho el manchego. Porque una cuarta parte es mucho, partiendo de la base de que aquel Barça de Xavi, Iniesta y Messi lo fue todo.