CONTRAPUNTO
Malvender el sector público
El valor de la cotización de AENA se ha triplicado desde su salida a bolsa
Salvador Sabrià
Periodista
Salvador Sabrià
La venta de una parte del capital del ente gestor de los aeropuertos españoles, AENA, por el fondo TCI y las plusvalías multimillonarias que consiguió con esta operación han puesto de nuevo sobre la mesa el debate de la oportunidad o no de vender empresas del sector público y si estas operaciones acaban beneficiando o no a la ciudadanía en general. En este caso, a la vista de las ganancias obtenidas por el citado fondo, parece claro que cuando AENA privatizó el 49% de su capital con la salida a bolsa el 11 de febrero del 2015 no lo hizo precisamente al precio que realmente valía. Es cierto que todas las cosas valen lo que realmente alguien está dispuesto a pagar por ellas, y no lo que han costado. Pero en este caso las diferencias parecen excesivas.
Cuando AENA se puso en venta, el precio de salida de la acción se fijó en 58 euros. Una vez en el mercado, en la misma semana ya había superado los 70 euros. Y ahora el citado fondo ha vendido una parte a 174 euros por acción, tres veces más cara que cuando las adquirió. Durante este periodo, con los altibajos ocurridos en la bolsa, el Ibex 35 acumula todavía una leve caída aproximada del 4%, que contrasta con el despegue estratosférico del valor de Aena durante el mismo tiempo.
Durante estos años, AENA ha sido gestionada sin demasiadas variaciones ni de equipos ni de orientación respecto a la etapa anterior. Incluso ha sufrido una congelación de tarifas, una de sus principales fuentes de ingresos, y ha tenido que superar duros conflictos laborales. A su favor ha tenido un crecimiento espectacular de viajeros, con el viento de cola a favor de una desviación de turistas hacia España de zonas competidoras que han quedado muy afectadas por las tensiones políticas. Y ha sabido aprovechar el auge y transformación de las compañías de bajo coste que han convertido a algunos aeropuertos de la red, como el de Barcelona-El Prat, en una de sus bases de operaciones, incluso para vuelos intercontinentales. Además, durante este periodo entre la salida a bolsa y el momento actual se han presentado los macroplanes inmobiliarios de las infraestructuras de Madrid y Barcelona. Estos planes aportan también valor a la empresa, aunque que sea solo potencialmente y a la espera de que aparezcan inversores privados que hagan posible las transformaciones logísticas y las construcciones que se incluyen en los programas. En todo caso, el origen de estos planes ya debería estar empezando a dibujarse también cuando la empresa se puso en venta.
El Estado también se ha beneficiado por la parte que le toca, el 51%, de estas revalorizaciones y del dividendo que se ha ido pagando en estos ejercicios, pero queda en el aire la duda de si habría obtenido muchísimo más manteniendo toda la propiedad.
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