EL CAMBIANTE ENTORNO POLITICO DE LA UE

¿Puede Italia descarrilar?

Un Gobierno populista italiano dispararía el déficil público y chocaría con las exigencias fiscales de Bruselas

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Joan Tapia

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Aunque falta aún acordar el nombre del primer ministro, lo más probable es que Italia tenga esta semana un Gobierno fundado en el pacto entre dos partidos populistas, la derechista Liga y el Movimiento 5 Estrellas (M5E) que coinciden en dos puntos fundamentales: atribuir al euro los problemas de Italia y proponer la expulsión exprés de inmigrantes.

En las elecciones de marzo, la Liga de Matteo Salvini fue aliada con la derecha de silvio Berlusconi y sacó un 17% de los votos. El M5E, que levantó la bandera contra la corrupción y contra Berlusconi, obtuvo el 32% de los votos. Juntos suman el 49% y una estrecha mayoría parlamentaria. Llegar al pacto de gobierno (un documento de 39 páginas) ha sido difícil, pero se ha logrado.

Una mutación radical

Italia fue un país fundador del llamado Mercado Común, el germen de la UE, y el democristiano Alcide de Gasperi es uno de los llamados padres de Europa. Ha tenido presidentes de la Comisión de Bruselas (el último Romano Prodi), Mario Draghi es ahora presidente del BCE y ha sido siempre europeísta. Sin embargo, el resultado electoral es coherente con el hecho de que hoy solo el 37% de los italianos tienen una imagen positiva de Europa cuando en el 2007, antes de la crisis, este porcentaje era 20 puntos superior.

La crisis económica y la inmigración han degradado la imagen de Europa en la opinión pública italiana

¿Qué ha causado esta mutación? El bajo crecimiento, que se arrastra desde hace muchos años y que se agravó con la crisis. Los inevitables recortes del gasto en un país que tiene la mayor deuda pública de Europa después de Grecia (132% del PIB, cuando España roza el 100%) y la atribución -superficial- de los recortes a Bruselas. En el 2011 -el momento álgido de la desconfianza de los mercados en los países del sur- Francia y Alemania presionaron para el relevo por Mario Monti del entonces primer ministro, Berlusconi, a cambio de sostener la deuda italiana. Los populistas coinciden en hacer a Bruselas la culpable del estancamiento, pero lo cierto es que otros países (España y Portugal), que han hecho más reformas, se han recuperado mejor.

Pero no es solo la crisis y el euro, Italia ha recibido un millón de inmigrantes en los últimos años, no tiene la riqueza y la solidez de la Alemania de Merkel, la solidaridad europea en la acogida de inmigrantes ha funcionado mal y los partidos que más han levantado la bandera contra la inmigración han sido la Liga y el M5E.

Ahora la gran preocupación es si un Gobierno controlado por Salvini y Luigi di Maio, el líder del M5E, puede provocar una nueva crisis en Europa. Italia es la tercera economía del euro y, al contrario que Grecia, no es rescatable. Y esta semana los mercados se han asustado. La bolsa italiana, que llevaba un buen ejercicio, ha caído un 3,2% y el diferencial del bono italiano con el alemán ha alcanzado los 1,53 puntos frente al 0,77 del bono español, cuando en otros momentos la deuda italiana sufría menos que la española. Que el bono italiano se haya encarecido 0,5 puntos pese a la política del BCE es una muestra de nerviosismo.

Y la desconfianza ha seguido pese a que los populistas enterraron un primer borrador de pacto que admitía la posibilidad de salir del euro y proponía que el BCE borrara de la deuda italiana los 250.000 millones que Draghi ha ido comprando.

Reducción de ingresos públicos

Pero lo más peligroso de pacto es que lleva a una reducción de los ingresos públicos, con una tasa única del 15 y el 20% en los impuestos de renta y sociedades (exigencia de la Liga) y a un aumento del gasto con la renta básica de 780 euros mensuales (exigencia del M5E). Más la anulación de la reforma de las pensiones de Monti en el 2011. El FMI en un primer cálculo dice que todo el paquete podría tener un coste de 126.000 millones. Aunque habría que ver cómo se instrumentan las medidas, el déficit público sobrepasaría todos los límites fijados por la UE y la deuda italiana volvería a sufrir.

Y surgen más incógnitas. ¿Podría entonces abrirse una crisis institucional entre el presidente de la república, Sergio Mattarella, que tiene poderes limitados de veto y el nuevo Gobierno? ¿Podría aguantar este Gobierno una oleada de desconfianza ? ¿Cómo reaccionaría la UE y el tándem Merkel-Macron ante una nueva crisis del euro? 

Pero surge también una reflexión final. Nos quejamos mucho y con razón del deficiente funcionamiento de nuestros partidos políticos y de la perpetuación de algunos problemas graves, pero viendo lo que pasa en Italia había que relativizar todo un poco. Aunque no lo dudemos, si Italia descarrila, España lo notará. Y más en un momento en que los favorables vientos de cola empiezan a flojear.