EL PENSAMIENTO SUPREMACISTA

Torra, un xenófobo en Palau

El error es creer que Torra va a ejercer el cargo de 'president', empezando porque no va ocupar el despacho que le corresponde

Quim Torra y Roger Torrent, presidentes de la Generalitat y del Parlament, respectivamente, al acabar la toma de posesión.

Quim Torra y Roger Torrent, presidentes de la Generalitat y del Parlament, respectivamente, al acabar la toma de posesión. / periodico

Joaquim Coll

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Antes del 'brexit' y de la llegada de Donald Trump, la política catalana fue el primer laboratorio del populismo en Occidente con el inicio del procés en el 2012. Algunos no nos cansamos de advertirlo y a contracorriente nos enfrentamos a posverdades como "expolio fiscal", "derecho a decidir" o "votar es democracia" sobre las que se ha levantado el proyecto separatista. El profesor Gabriel Colomé en 'La Cataluña insurgente' (2017) lo explica muy bien y radiografía la fractura sociopolítica que se ha producido en la sociedad. Cuando pensábamos que lo peor había pasado, resulta que no. Como colofón el nuevo presidente de la Generalitat es alguien que hace unos años su perfil ideológico no le hubiera permitido presidir una asociación mínimamente importante. Quim Torra es xenófobo, supremacista, hispánofobo y ultranacionalista. Habrá que recordarlo cada día porque tan lamentable como eso es que los medios y opinadores soberanistas lo estén blanqueando, minimizando la gravedad de una elección vergonzosa e indigna para Catalunya entera.

Torra piensa que solo los independentistas son catalanes porque los contrarios son españoles, y que hay que escoger entre una cosa u otra. Que para ser catalán hay que hablar catalán y que el castellano es el idioma de las "bestias y las hienas". Que hay que luchar contra el bilingüismo. Que Catalunya es una colonia de España desde 1714, ha sufrido un genocidio cultural en el siglo XX, y que los no independentistas son colonos españoles. Y así muchas burradas más llenas de odio que son una invitación al conflicto civil. Todo eso está en sus tuits, artículos y libros, en los que demuestra ser un enamorado, hasta el punto de caer en el friquismo, de una Catalunya idealizada en torno a las décadas de 1920 y 1930. Pero Torra no ha inventado el pensamiento supremacista y etnicista del nacionalismo catalán, sino que es un continuador de Jordi Pujol, Herribert Barrera o el mismo Oriol Junqueras, que en el 2008 publicó un artículo en 'Avui' afirmando que los catalanes genéticamente son diferentes de los españoles y se asemejan más a los franceses, los italianos y los suizos. Si acaso Torra es un epígono de poca entidad de esta escuela ultranacionalista. Tampoco es un político sino un agitador intelectual.

Un títere de Puigdemont

La pregunta es cómo alguien así ha podido acabar de 'president'. Pero el error es creer que Torra va a ejercer el cargo. Claro que no. Empezando porque no va ocupar el despacho en Palau que le corresponde. Carles Puigdemont se lo ha prohibido para que quede claro quién manda en la Generalitat. Es solo un títere, su muñeco para representar la farsa legitimista con la que ha logrado someter a ERC y la CUP. Hemos entrado en una etapa nuevamente muy incierta. No habrá normalidad institucional, lo que supone otro gran fracaso de Mariano Rajoy, incapaz de diseñar una estrategia de Estado desde el 2012. Ahora todo depende de lo que ocurra en Alemania con la euroorden. El despropósito belga no tiene porque reproducirse. O sí. Por eso Puigdemont se ha querido asegurar que controla a través de Torra el poder de convocar elecciones cuando más le convenga.