Al contrataque

Vergüenza, autómatas y Catalunya

ERC quiere una legislatura de vuelta a la legalidad y al repliegue, mientras que Puigdemont tiene el control remoto del 'president' suplente

Joaquim Torra, en el pleno de investidura en el Parlament, este sábado.

Joaquim Torra, en el pleno de investidura en el Parlament, este sábado. / RICARD CUGAT

Xavier Sardà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Bueno, ya tenemos 'president' de guardia que es más hiperventilado que el de ayer, pero menos que el de mañana. Habló a través de sus tuits: "Vergüenza es una palabra que los españoles hace siglos que no han eliminado de su diccionario". Miren por dónde, esta frase puede provocar que algunos catalanes sintamos, precisamente, vergüenza ajena por el 'president' interino. Lo que son las cosas.

En un momento en el que algunos ingenuos de ambas orillas han intentado afianzar un territorio de encuentro, el 'president' eventual mina el terreno para evitar acercamientos. Se anuncia proceso constituyente de nuevo y, si no gusta, elecciones y que nos cojan confesados.

Se anuncia proceso constituyente de nuevo y, si no gusta, elecciones y que nos cojan confesados

En el panorama disyuntivo entre Esquerra y los puigdemonitas, el 'president' suplente no lo pondrá fácil para que el próximo Govern actúe coordinadamente. Esquerra quiere una legislatura de vuelta a la legalidad y al repliegue, mientras que Puigdemont tiene el control remoto del nuevo 'president' suplente. Lo activará a su antojo. ¿Será un Govern bipolar? Esquerra tiene una papeleta difícil, porque si sus políticas no gustan a Alemania: 'achtung'.

Se diría que estamos en un mal momento para la mano tendida y los encuentros comprensivos. Tiempo difícil para escuchar y sobre todo para pensar cómo y en qué se puede ceder. La cuestión no es solo llegar a soluciones entre la Generalitat y el Gobierno español, sino, además y sobre todo, tender puentes entre los propios catalanes.  A lo largo de estos meses de solipsismo y reiteración 'puigdemonial', algo se ha movido en la dirección de buscar acercamientos y puntos de posibles cesiones. Últimamente ha habido gente hablando de país y convivencia. Familias, amistades, empresas y escuelas que, en cualquier caso, seguiremos juntos. Que esto mejore depende esencialmente de la buena fe política y de la actitud de la gente.

Paradójicamente o no, pero los que están en la cárcel son los menos interesados en que todo esto se radicalice.

Hay obviedades que de vez en cuando es positivo recordar, como que la democracia no es solo un sistema de votación-elección, sino también un sistema de gobernanza dentro de la legalidad. Ganar las elecciones no otorga el derecho a adueñarse de un país ni a cambiar sus leyes de forma no procedimental. El país es de todos y la cacareada dignidad de Catalunya tampoco es patrimonio de nadie. La dignidad de Catalunya está hecha de millones de dignidades individuales. Nada más y nada menos.

No sé si desearle suerte política al 'president' vicarial.  Regresaremos a las trincheras y se acabará la vaquilla y el fútbol entre los adversarios. Por de pronto, las varas ya se tornan lanzas en las redes sociales. Creo que Puigdemont y su autómata no están para bromitas. Pero la CUP, tampoco.