Al contado

Cuando la economía depende del viento

Está bien valerse del empuje eólico siempre que se haya preparado la embarcación para cuando la brisa sopla en contra

CRUDO El precio del petróleo cayó al nivel más bajo desdeel 2003 hasta que se anunciaron recortes de producción.

CRUDO El precio del petróleo cayó al nivel más bajo desdeel 2003 hasta que se anunciaron recortes de producción.

Agustí Sala

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Sinceramente. Estaba convencido de que el Gobierno de Mariano Rajoy era muy poco partidario de las energías renovables. Pero, en cambio, sí que ha hecho mucho uso de estas, especialmente del viento. O, para ser más concretos, de los denominados "vientos de cola", como los históricamente bajos tipos de interés, la compra de deuda por parte del Banco Central Europeo (BCE) o una cotización del petróleo que, hasta ahora, estaba bastante controlada. O, como mínimo, se movía en parámetros más predecibles.

Pero la verdad es que no tenemos control sobre la meteorología. Ni tampoco, evidentemente, los gobiernos. Pero se pueden aprovechar de ella. Y bien que lo hacen. Así, cuando el viento sopla a favor y el crecimiento se acelera, el Ejecutivo saca pecho y presenta un proyecto de Presupuestos Generales del Estado para el 2018 (sí, sí, leen bien, 2018 a pesar de que ya estamos en mayo) expansivo y con una recaudación prevista que marcará un récord, con más de 210.000 millones como destacó el ministro de HaciendaCristóbal Montoro.

No está mal si no fuera por los precedentes, pues desde que gobierna, el Ejecutivo de Rajoy no ha acertado ninguna de sus previsiones de ingresosno ha acertado ninguna de sus previsiones de ingresos: en los últimos seis años ha recaudado 28.000 millones menos de los que había calculado. Lo sé. Es difícil hacer previsiones, en especial si son sobre el futuro. Pero lo cierto es que hasta ahora ha superado el reto porque los famosos "vientos de cola" han ayudado. 

De nada al estropicio

Con un empuje eólico importante no son necesarios demasiados esfuerzos, basta con dejar que el barco navegue. Es verdad que, en muchas ocasiones, incluso es mejor no hacer nada que hacer algo, aunque sea poco, y causar un estropicio. Y así iba la cosa. Pero, en estas que aparece Donald Trump y complica la situación y provoca máximos en los precios del petróleo de los últimos casi cuatro años.

En el programa de estabilidad, el Ejecutivo estima un precio medio del barril de Brent, la calidad de referencia en Europa, de 67,7 dólares. Por lo pronto, la decisión de Trump sobre Irán lo ha disparado hasta el entorno de los 77/78 dólares. No es más que un bache en el camino si no se prolonga durante mucho tiempo, pero tendrá efectos perversos si dura demasiado. Eso encarece la factura ya que España es un país netamente importador de petróleo: 37.000 millones de euros el año pasado.

¿Conclusión? No va mal depender del viento, porque basta con tumbarse y dejar que la nave surque los mares, pero ojo, porque a veces sopla en contra y la embarcación se para si no se han hecho antes las revisiones (reformas) adecuadas.