LA CLAVE
Investidura mariana
A su callada manera, más por omisión que por acción, es Rajoy quien ha facilitado que Catalunya tenga al fin Govern. Su objetivo: levantar el 155 y no cebar a Ciudadanos en otras elecciones
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Solo un súbito cambio de estado de ánimo de Carles Puigdemont o un accidente imprevisto podrían evitar ya que el Parlament invista a un 'president' la semana próxima. Catalunya tendrá al fin Govern; en las antípodas de la prometida restitución, pero Govern al cabo. Y lo que lo habrá hecho posible, paradójicamente, no habrá sido tanto la claudicación del 'president' cesado por el 155, que también, como la voluntad de Mariano Rajoy. La designación del valido de Puigdemont será, pues, una investidura mariana.
En manos del Gobierno estaba haber abortado in extremis la sesión de investidura, abocando a la repetición electoral. Le bastaba con impugnar el voto delegado de Puigdemont y Antoni Comín ante el Tribunal Constitucional (TC), que, sin analizar el fondo de la cuestión, hubiera tenido que admitir el recurso y de inmediato privar al independentismo de la mayoría relativa en el Parlament. Jurídicamente la maniobra suscitaba dudas, pero no más que el recurso de enero contra la investidura de Puigdemont, desaconsejado por el Consejo de Estado y admitido en el TC por la puerta de atrás.
OBJETIVOS CONVERGENTES
Rajoy ha obrado a su callada manera, más por omisión que por acción, porque en este punto concreto sus objetivos convergían con los de ERC y PDECat. Primero, evitar unas elecciones el 15 de julio que laminaran aún más al PP catalán y dieran otro empujón a Albert Rivera en su carrera a la Moncloa. Segundo, levantar el 155 y fajarse así de la presión de Ciudadanos Ciudadanos, que abandera la exigencia de una intervención más invasiva. Y tercero, despejar el camino para el acuerdo presupuestario con el PNV, dispuesto a darle oxígeno para agotar la legislatura siempre que Catalunya haya recobrado sus competencias estatutarias.
En política no hay movimiento inocente. Rivera escenifica la retirada de su apoyo a Rajoy para aplicar en Catalunya el 155, cuando este ya toca a su fin, para mantener la tensión con el PP y disimular su apoyo a los presupuestos. Y acusa al Gobierno de negociar con ERC y PNV para "salir del lío", vindicándose en el resto de España como único valedor de la unidad patria.
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