Buenas noticias económicas

Teoría del silencio activo

Es sintomático que ante el anuncio de Facebook en Barcelona, por ejemplo, no haya salido nadie del Gobierno español a colgarse la medalla

La Torre Glòries

La Torre Glòries / periodico

Jordi Puntí

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Desde hace unos días parece que Catalunya vive instalada en una bonanza laboral que quiere mirar al futuro con optimismo. Impermeable a las intrigas políticas y las manipulaciones judiciales, la economía da a conocer, un día sí y otro también, cifras y promesas que contrastan con las calamidades que meses atrás pronosticaban los políticos desde Madrid. Ejemplo: este trimestre, la economía catalana ha crecido el 3,3% más respecto del año pasado, cuatro décimas más que la española. Paralelamente, el martes se supo que durante el 2017 Barcelona se había convertido en la ciudad líder mundial en congresos internacionales, y unas horas más tarde Facebook daba a conocer que instalará en Barcelona un centro de detención de 'fake news' que reportará, de entrada, unos 500 puestos de trabajo cualificados. Cuentan que se instalarán en la torre Glòries, y yo me imagino ocupando el espacio destinado a la Agencia Europea del Medicamento. Esa que nunca llegó, ¿se acuerdan?, esa que había desestimado Barcelona por culpa del 'procés'...

En este clima de incertidumbre, la duda es a quien hay que atribuir el éxito de este periodo de prosperidad. ¿Es gracias al 'procés' o a pesar del 'procés'? ¿Es una consecuencia feliz de la aplicación del 155, o la demostración de que este país anda solo y no lo detiene ni la burda ocupación de las instituciones? Está claro que gran parte del éxito proviene del atractivo de Barcelona como capital económica, mediterránea, etcétera, pero es sintomático que ante el anuncio de Facebook, por ejemplo, no haya salido nadie del Gobierno español a colgarse la medalla. Es un silencio activo, por así decirlo, exactamente como el del propio Mariano Rajoy cuando no felicita institucionalmente al Barça por sus títulos ganados, y como tal está tocado de resentimiento. La confirmación en el tiempo de estos datos también interpela a las empresas que en su momento decidieron trasladar su sede jurídica fuera de Catalunya. Ahora esas muestras de histeria, ese desprecio a los clientes de toda la vida, les caen encima con toda la vergüenza del servilismo.