Teatro para irreductibles

Retrato de Carles Puigdemont

Retrato de Carles Puigdemont / AFP / LLUIS GENE

Xavier Bru de Sala

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No se llamen unos a engaño ni se ilusionen los otros. Si los socios de la ANC no reclamaran la investidura de Puigdemont, ya tendríamos presidenta. O 'president'. Las dos semanas que faltan para la fecha límite del 22 no son una demostración de cómo reacciona el Estado ante el independentismo democrático. Tampoco se trata de alargar el período de incertidumbre sobre los presupuestos generales porque Iñigo Urkullu, tal como estaba previsto desde el primer día, ya se ha desentendido del 155. ¿Entonces, a santo de qué debe representarse una variante de la función que tenemos más vista? A mayor gloria de san Carles Puigdemont, para que no le digan que se ha pasado al PDECat. Por cierto, que el PDECat es el partido donde milita, el partido que comparte la estrategia de la obediencia con ERC pero no se atreve a decirlo.

Ya falta poco. Paciencia. Solo se trata de una escenificación para irreductibles. El 'president' depuesto es el icono viviente de los que se llaman a sí mismos independentistas coherentes. Por fortuna, los irreductibles se consideran campeones de la elegancia formal, y así el resto de independentistas se ahorran la acusación de traidores. Solo son "incoherentes", o sea traidores con eufemismo.

Pero resulta que los irreductibles, los coherentes, no se pueden quedar sin el estandarte donde elevan a san Puigdemont porque no tienen otro de repuesto (si no es la CUP). No hay que darle muchas vueltas, en el último momento y porque lo dice "Berlín" -así es como se le llama en argot- aceptarán lo que "Berlín" proponga: un 'president' delegado provisional como mal menor. Unos pocos meses de espera, innecesarios para instaurar la República, pero qué le vamos a hacer. Pequeño margen concesivo de las masas en marcha a los políticos.

Parece mentira que periodistas bien acreditados muerdan el anzuelo de la provisionalidad del 'president' -o presidenta- y las elecciones previstas en secreto para otoño. No las habrá, pero no porque peligre la mayoría independentista sino porque se acabaría la mayoría independentista viable. JxCat y ERC están de acuerdo en muchas más cosas de lo que parece. Quizás lo que más les une es el pánico a pasar de la situación actual, mayoría con la abstención de la CUP, a depender otra vez de la CUP. Porque si una cosa está clara es que los irreductibles -perdón, los coherentes, perdón los únicos no-farsantes- hacen campaña permanente a favor de la CUP aunque le tienen más miedo que al diablo cojuelo. Los coherentes no quieren que se diga, pero tragarán con un 'president' de la Generalitat que no tardará en quitarse la careta de provisional y durará años.

A propósito de farsas, que los planes de JxCat, ERC y Puigdemont, que en lo esencial son los mismos, se lleven o no a cabo depende de Mariano Rajoy. Si Rajoy interviene, impugna la votación a distancia o mueve un dedo, repetiremos elecciones. No piensa hacerlo porque se quiere quitar el 155 de encima de una vez. Entonces, ¿por qué Ciutadans le conmina a impugnar, si se pasa el día clamando para que se acabe la comedia y se invista un 'president' efectivo? Teatro, señoras y señores, teatro.