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La industria de la verdad

Que Facebook escoja Barcelona como sede contra el mal uso de las redes sociales es una buena noticia

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Josep Martí Blanch

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De la torre Glòries (antes Agbar) a la torre de la Verdad. La capacidad de Facebook para el autolavado solo es comparable a la facilidad con la que Mark Zuckerberg traiciona periódicamente a los usuarios de su entramado empresarial.  Que, en plena campaña de auto beatificación, escoja Barcelona como una de las sedes desde la que luchar contra el mal uso de las redes sociales es una buena noticia. Quinientos empleos dan fe de ello y demuestran que la capital catalana sigue en el radar de las inversiones a pesar de todo cuanto se hace, particularmente desde el ámbito institucional, para invisibilizarla.

Los titulares de prensa se han centrado en que el gigante mediático de EEUU encuadra su desembarco en la voluntad de luchar contra las mentiras, que es lo que le conviene tras el 'caso Cambridge Analytica', que no es el primero ni será el último escándalo vinculado al uso fraudulento de datos personales, dado que la red es ya un mar de piratas dispuestos a confiscar todo cuanto huela a gustos, filias, fobias, hábitos... de  los que despreocupadamente se desnudan -metafóricamente o no- ante las pantallas (es decir, casi todos).

Que nadie se llame a engaño, las 'fake news' seguirán campando, porque siempre han estado entre nosotros

Pero Facebook hará en Barcelona cosas más sencillas, aunque igual de importantes, que protegernos de los embustes, ahora llamados 'fake news'. Tener a más de 2.000 millones de usuarios interactuando permanentemente y exhibiéndose alegremente, cada uno hasta el límite que su pudor alcanza, dan mucho trabajo. 'Bullying', acoso, insulto, apología de la violencia, imágenes de terceros utilizadas sin permiso, pornografía, menores de edad; el magma con el que lidia cada día Facebook tiende al infinito. Y es en la prevención y resolución de estos conflictos o delitos, importantes, en lo que la compañía no puede dejar de invertir si no quiere que su imperio se desmorone.

Que nadie se llame a engaño en referencia a las mentiras/'fake news' que tanta polvareda han levantado. Esas van a seguir campando a sus anchas porque no han venido para quedarse, es que siempre han estado entre nosotros. De hecho, es preferible lidiar con las verdades y mentiras de todos que habérselas solo con la verdad de algunos, por bienaventurados, bienintencionados y biempensantes que sean estos últimos.

En esta línea, el concejal de Empresa y Turismo del Ayuntamiento de Barcelona, Agustí Colom, ha celebrado la decisión de Facebook argumentando que espera que este "sea solo el primer paso" de una futura "industria de la verdad". La afirmación es para ponerse a temblar. No porque nos satisfaga recrearnos en un cenagal del embuste, sino por el pánico que provoca que alguien pueda ni siquiera imaginar que la verdad puede envasarse en una cadena de producción con ingredientes tutelados.

Facebook y los gobiernos, por separado, dan miedo a veces. Juntos lo darán siempre. El concejal, desde su humilde posición en un consistorio, ha dejado claro el porqué. ¿Industria de la verdad? Ya la tienen en China. ¡Ecs!.