Arquitectura

La venganza de las piedras

La falta de armonía, honestidad e integración de los edificios nos va a hacer más infelices

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Juli Capella

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Si somos lo que comemos, también debemos ser lo que habitamos. El alimento por dentro y la casa por fuera nos conforman. Así lo sentenció Winston Churchill: “Nosotros damos forma a los edificios y luego ellos nos dan forma a nosotros”. Lo dijo solemnemente, para pedir la reconstrucción de la Cámara de los Comunes londinense que los nazis habían bombardeado en 1941. Argumentaba que durante 40 años aquella ágora de discusión política había conformado el espíritu social inglés.

Y yo me lo creo. Que los espacios que usamos, con su aspecto exterior e interior, hablan de cómo somos, pero también que nos transforman, para bien y para mal. Creo que los edificios del modernismo nos hicieron más libres. Que los equipamientos de la Mancomunitat nos hicieron más cultos; que los monumentos del franquismo nos convirtieron en más catetos; que los bloques colmena del desarrollismo nos alienaron en masa; que las plazas, escuelas y hospitales de la democracia nos sanaron cuerpo y mente; que la burbuja especulativa reciente nos ha ayudado a volvernos más corruptos.

Frank Gehry dijo que como “la vida es caótica, peligrosa y sorprendente, los edificios deben reflejarlo”. Pero hay que ir con mucho cuidado porque también sucede lo contrario. La arquitectura deconstruída de ángulos agudos y planos retorcidos nos ha generado angustia. Los inmensos rascacielos han potenciado nuestro ego y soberbia. Los micropisos de 30 metros cuadrados han empequeñecido nuestra mente y espíritu. Cuando hay tanta fealdad en esas fachadas anodinas, que solo buscan cumplir la ley, se conforman inquilinos tristes. Cuando se construyen juzgados que ya prefiguran una inmensa cárcel, ya nos sentimos presuntos delincuentes.

Así como la naturaleza suele vengarse cíclicamente de las desmesuras del hombre, la arquitectura también se regodea cuando la retuercen: lo que me hagas te lo devolveré.

Ojo pues con lo que construimos, su falta de armonía, honestidad e integración nos va a hacer más infelices. Ríete del feng shui.