Invictus y confeti

¿Quién dijo que el Madrid pensaba en Kiev o que el Barça estaba de vacaciones?

Messi y Suárez celebran el segundo gol del Barça.

Messi y Suárez celebran el segundo gol del Barça. / .43210478

Josep Maria Fonalleras

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Al final del encuentro, un periodista le pregunta a Valverde qué le ha parecido este "clásico descafeinado". La cara del Txingurri es un poema, que ya es difícil, porque la cara de Valverde suele ser más de prosa. "Hombre", contesta, "más bien con cafeína, ¿no?". Lo cierto es que si alguien esperaba un partido semiamistoso, casi estival, sin puntos (ni presión) en juego, se equivocó meridianamente.

Debe ser por el ambiente de tensión en el que estamos instalados hace tiempo. O puede que no. Simplemente puede que sea que un Barça-Madrid siempre es lo que es, aunque se juegue en estas condiciones. En esta temporada electrizante hemos vivido de todo: caídas en el abismo, partidos a puerta cerrada, resurrecciones impensables, una larga marcha triunfal, el puñetazo romano y, al final, un doblete que se festejó y que será más dulce si Jürgen Klopp acierta con la defensa el 26 de mayo. Y un clásico que, por momentos, parecía la final de la Champions.

O soy yo o me parece que los días se han sucedido a toda velocidad. Parece que fue ayer que el Madrid nos arrolló en la Supercopa. La temporada se vislumbraba gris, como un decorado de 'Blade Runner'. Luego vino lo del 1 de octubre, ese decorado también de 'Blade Runner', tanto en el exterior como en el interior de un Camp Nou desértico, con el Las Palmas luciendo orgullo patriótico español y con nadie (absolutamente nadie) pendiente del fútbol. Y después, con la discreción valverdista y la tenacidad de un equipo que ha sido brillante solo a ratos pero muy efectivo, llegó la tarde navideña del Bernabéu. Habían pasado apenas dos días desde las elecciones más extrañas de nuestra historia reciente y el Barça no solo se imponía majestuoso sino que prácticamente sentenciaba la Liga, solo que nunca lo dijimos así, porque quedaba media vuelta y porque el Atlético aún estaba al acecho. Y ya han pasado más de cuatro meses. Todo ha ido tan deprisa que ya estamos casi en las vigilias de unas nuevas elecciones, si Puigdemont no acierta con la defensa en estos 15 días de prórroga de mayo.

Comité de Defensa del Pasillo

¿Quién dijo que el Madrid estaba pendiente de Kiev? ¿Y quién llegó a pensar que el Barça ya estaba de vacaciones? Quedaba el orgullo y el récord de imbatibilidad y la despedida a plazos de Iniesta y la Bota de Oro para Messi. Y las ganas de ganar al rival porque sí, porque lo es. El clásico incluso puede leerse en clave metafórica. Resistir invicto aun a pesar de los expulsados es como... bueno ustedes ya me entienden. Pero también conviene marcar algún gol si el otro te los marca. Bueno, esperaremos hasta el 22 de mayo. O el 26, que es la otra fecha clave.

Para redondear la metáfora (con un juez árbitro navegando entre tarjetas), el Barça se montó al final una fiestecita con algo de confeti y con un pasillo autoconfeccionado y para uso exclusivo de los más implicados. Un Comité de Defensa del Pasillo. A veces, el fútbol se convierte en un espejo de lo que vivimos de verdad. Lo único cierto y comprobable es que el Barça sigue sin perder, y ya van 42 partidos. Y los que quedan. Al menos tres, para la historia.