Análisis

Superar el viejo concepto del trabajo

En el mundo hay riqueza suficiente para garantizar que todos vivan dignamente preservando el hábitat para que nuestros nietos puedan seguir haciéndolo

Cadena de montaje de Seat en Martorell.

Cadena de montaje de Seat en Martorell. / periodico

Pau Noy

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando se fabrican miles de automóviles de gran consumo energético, la contabilidad clásica establece que su aportación al PIB será mayor cuantas más unidades se produzcan, a pesar de que sus emisiones de CO2 contribuyen a aumentar el efecto invernadero y derrochan un combustible no renovable. Se olvida que producir este automóvil agrava el cambio climático y que, si seguimos emitiendo gases, en unas décadas la temperatura media alcanzará los +4ºC con lo que todos los países del Mediterráneo se convertirán en desierto. Y sin embargo la economía clásica las anota como una actividad positiva.

En el otro extremo, tenemos el caso de millones de familias en España que cuidan a sus niños o sus mayores, sin que su esfuerzo conste en el balance del PIB. Son actividades que generan gran bienestar, son sostenibles, no gastan apenas energía ni producen emisiones, y sin embargo se excluyen de la contabilidad. Pero si alguien dedica unas horas retribuidas al cuidado de una persona fuera del entorno familiar, entonces  se trata de un "empleo de verdad", aunque sea precario.

Un inadecuado sistema de contabilidad basado únicamente en el PIB, tótem de neoliberales socialdemócratas, cuenta como buena una actividad que malgasta energía y genera cambio climático y como inexistente otra que hace lo contrario.  

Pero el contable no es el único problema. Llevamos más de 100 años con la máxima de que quien no trabaja, no puede realizarse como persona, e incluso Lenin dijo que en la revolución quien no trabaje, no come. Se comprende que la derecha pretenda reducir el significado de trabajo a una actividad remunerada, pero la socialdemocracia está pagando un alto precio político por seguir haciéndolo. De una posición dominante después de la segunda guerra mundial, ha pasado a ocupar un lugar marginal en algunos países de Europa.

Economìa financiera

Con la mutación del capitalismo hacia la economía financiera, las desigualdades han crecido. La competitividad entre países se traduce en salarios a la baja y el precariado ha emergido como nueva categoría laboral. Cunde el desánimo y entonces se buscan soluciones en el nacionalismo, que siempre acaba siendo de derechas porque propone un cerramiento sobre uno mismo. Nosotros frente a ellos.

Además, el imparable avance de la robotización amenaza hasta el 30% de empleos. Y sólo se trata del principio, porque ¿qué impide pensar que en el futuro los robots serán capaces de construir todos los robots que se precisen? En este contexto no resulta extraño que la socialdemocracia no pare de perder apoyos, porque las promesas que hace son irrealizables.

La búsqueda de alternativas a estos problemas ha propiciado la irrupción con fuerza de la nueva izquierda verde, fusionando las tradiciones de la izquierda con la preservación del medio en que vivimos. No postula directamente el decrecimiento económico sino un cambio en el modelo de desarrollo, crecer en sectores sostenibles y decrecer en los que no lo son, y distribuir el trabajo incorporando en el cómputo el trabajo voluntario con la renta básica. En el mundo hay riqueza suficiente para garantizar que todos vivan dignamente preservando el hábitat para que nuestros nietos puedan seguir haciéndolo.