Al contrataque
Iniesta
Hay alguna gente, poca, que aunque se vaya, está siempre. Yo no sé mucho de fútbol, pero dicen mis hijos que Iniesta es uno de esos
Milena Busquets
Escritora
Milena Busquets
Gracias a mis hijos me he vuelto bastante futbolera, es una de las muchas cosas que agradezco a la maternidad. A pesar de pertenecer a una familia de culés de toda la vida, nunca había entendido nada de fútbol hasta que mis hijos me lo explicaron, con el amor me ocurrió algo parecido.
Hace unos días, el gran Iniesta anunciaba su retirada del Barça. He visto ya algunas despedidas futbolísticas y en ellas siempre hay emoción, congoja, lágrimas apenas contenidas, balbuceos, miradas al infinito, sentidos agradecimientos y profundas consideraciones sobre el paso del tiempo y el sentido de la vida.
Francamente, me dan un poco de envidia. No es solo que nadie (ni novios, ni amigos, ni familiares) se haya despedido nunca de mí con tanta efusividad, es que en la profesión a la que dedico el tiempo libre sería impensable una manifestación de este tipo.
Ningún escritor ni ningún artista se ha despedido jamás así de su oficio. No recuerdo que el gran Miguel Delibes o el genio Philip Roth convocasen a los medios para anunciar que ya no iban a escribir más novelas. Tampoco lo hizo Ingmar Bergman. Y Jack Nicholson, el mejor actor del siglo, no ha anunciado que dejaba la interpretación.
Tal vez sea porque un escritor escribe a solas y por lo tanto su deber es despedirse a solas, o porque escribir es un acto tan íntimo a veces, tan esencial, tan pegado a lo que uno es que renunciar a ello en público resultaría insoportablemente impúdico. También es porque en general los escritores no se retiran. Es tan difícil reconocer que no tienes fuerzas mentales para escribir una buena novela como reconocer que ya no puedes darle a un balón con la fuerza, la gracia, la sutileza y la precisión de antaño. Solo los muy grandes lo reconocen y osan mirarse en ese espejo terrorífico.
A mí, la verdad, que se vaya un futbolista que ya lo ha hecho todo no me da demasiada pena. Menos si fuese Messi, claro, pero Messi es otra historia en todo, Messi es tan grande que incluso ha logrado que no le tengan (demasiada) envidia. Eso es impensable en el mundo literario, mucho más salvaje y competitivo que el del fútbol. Una vez me lamenté un poco de la competitividad del mundo editorial con un famoso escritor y me respondió: “Tienes que entender que en este plato solo hay tres naranjas, y que todo el mundo las quiere”. Y yo le respondí: “Si al menos fuese un Jaguar antiguo, pero tres naranjas…” Él, con muy buen criterio, ignoró mi comentario y siguió hablando de su libro.
Tiene mucho mérito decidir irse, lo fácil es quedarse. Y después hay alguna gente, poca, que aunque se vaya, está siempre. Yo no sé mucho de fútbol, pero dicen mis hijos que Iniesta es uno de esos.
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