IDEAS

La historia única

Imagen de la pancarta con la que se ha abierto la manifestación del 1 de mayo.

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Jenn Díaz

Jenn Díaz

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Amor romántico y pornografía. Si fuera capaz de describir la sentencia de La Manada sin quedarme en la primera reacción —que va del asco a la indignación—, sería así: amor romántico y pornografía. Porque lo expuesto en la sentencia en casi 400 páginas está escrito por alguien que se ha quedado en el siglo XIX. Desde determinar si la expresión y los ojos de la víctima pueden inclinar la opinión hacia el abuso o la agresión, pasando por el despecho porque los cinco bárbaros no se despidieron de ella después de violarla, acabando por el bien más preciado de una joven de 18 años, es decir, el teléfono móvil... todo, en conjunto, tantas y tantas páginas de descripciones y juicios de valor, todo, incluso las insinuaciones, están hechas a partir de la historia única: la del amor romántico, y la de la pornografía y el deseo de las mujeres.

Leyendo el último libro de no ficción de Chimamanda Ngozi Adichie no me queda otra que relacionarlo con el último atropello de la injusticia patriarcal española. Sí, la historia única es un peligro, y los relatos construidos a base de simplificar y adecuar los matices a la comodidad de una sociedad poco crítica alimentan un monstruo que ya de por sí nos asusta.

Si un juez cree que después de ser violada por cinco tipos que no conoces de nada, tu problema es que te han robado el teléfono, y que además estás despechada porque se han marchado sin decirte adiós, sin invitarte a seguir la fiesta con ellos: historia única: nos han hecho creer, gracias a la idea del amor romántico, que la chica siempre espera que la llamen y que no es capaz de practicar sexo por placer, siempre necesita que le presten atención. En este caso, no tengo la menor duda, se trata de una violación, pero en el supuesto de que ella diera su consentimiento: ¿de verdad su problema fue el despecho por no haberse despedido de ella, no puede la mujer participar en una fiesta sexual sin más? Por no hablar de lo que supone el sometimiento como parte del disfrute sexual: historia única: la mujer obediente, no se resiste. La mujer objeto, que no reacciona, como actitud ideal en una relación sexual. Sexo pasivo, normalizado. La mujer os debe el goce.

Sí, Chimamanda, la historia única es peligrosa. La que construye el hombre sin tener en cuenta a la mujer, todavía más.

Hermana, yo sí te creo.