ANÁLISIS
De San José Obrero al robot
El 1 de Mayo presenta muchos claroscuros, empezando por la tasa de desempleo, una de las más elevadas de Europa
Eulàlia Vintró
Catedrática de la Universitat de Barcelona
Eulàlia Vintró
También podría haber puesto otro título, de los coros y danzas del franquismo a las manifestaciones obreras y reivindicativas del 1 de Mayomanifestaciones obreras1 de Mayo, fecha siempre adecuada para hacer un repaso a la situación del mundo del trabajo y valorar si vamos por el buen camino o si hay que reformar las líneas maestras de la economía y del mundo laboral vigentes.
De hecho, es preferible el primero porque cada vez habrá menos gente que recuerde los espectáculos folklóricos en el estadio Bernabéu mientras que la figura del santo obrero o artesano puede tener más reconocimiento en un país católico como el nuestro.
El Primero de mayo, llamado también día o fiesta del trabajo, presenta muchos claroscuros, empezando por la tasa de desempleo, una de las más elevadas de Europa -y no ahora sino desde hace décadas- siguiendo por la precariedad y el trabajo a tiempo parcial y terminando por los salarios bajos. No parece, pues, que haya muchos motivos para la fiesta, salvo por ser un día festivo y que al coincidir con martes ha facilitado hacer puente al sistema educativo y a otras personas trabajadoras.
Precariedad laboral
Algunos de los datos que ofrece el manifiesto conjunto de CCOO y UGT son escalofriantes: más de medio millón de parados, un 70% del cual sin protección, nueve de cada diez contratos nuevos son temporales y uno de cada cuatro de estos dura menos de una semana, crece el trabajo a tiempo parcial no voluntario y un 74% de los contratos parciales son para mujeres. La discriminación de las mujeres sigue aumentando no solo en este aspecto sino también en el salarial y en las posibilidades de promoción. Y no podemos dejar de mencionar la situación de los jóvenes que viven con angustia la precariedad, la temporalidad y la baja retribución que no les permite ni independizarse ni formar una familia; en muchos casos, excesivos, jóvenes con una excelente formación, pagada por todos nosotros, se ven obligados a ir al extranjero para poder trabajar en lo que les gusta y que han estudiado con provecho.
El tipo de trabajo tampoco aporta tranquilidad ni optimismo: un 91% de las actividades son de bajo contenido tecnológico, -fácilmente sustituibles por robots- y solo un 9% requieren una formación especializada. Otras encuestas aparecidas en los periódicos estos días subrayan la caída de puestos de trabajo en la industria y en la construcción y el gran crecimiento en servicios, especialmente en los relacionados con el turismo y la hostelería.
Movilización y negociación
Ahora bien, Catalunya crece el 3,4% en el 2017 y se prevé que lo haga el 2,7% en el 2018; hay más empresas con beneficios que antes de la crisis y los dividendos se encuentran en situación de máximos. Pero esto no sirve para disminuir la desigualdad, al contrario, ya que tanto ésta como la pobreza superan los niveles del año 2008 y un 23,6% de personas se encuentran en riesgo de pobreza, de pobreza crónica. Situación, pues, grave en Catalunya y en toda España donde los Presupuestos Generales, en vías de aprobación, son claramente regresivos, no redistribuyen la riqueza ni apuestan por un cambio sustancial en el sistema productivo. Así era de esperar de un acuerdo a tres bandas entre el PP, Cs y PNV. Que todo el mundo lo recuerde a la hora de votar. De presupuestos en Catalunya no podemos ni hablar ya que los partidos con capacidad de formar gobierno parecen más interesados en sus protagonistas y en las disputas internas que en formar un gobierno eficaz y con capacidad para abordar los problemas de toda la sociedad catalana.
La ciudadanía, sin embargo, puede seguir contando con los sindicatos, su fuerza negociadora -el acuerdo reciente sobre los funcionarios lo demuestra- y su empuje movilizador para no renunciar ni desfallecer en la lucha y la reclamación de sus derechos laborales y salariales. También hay fuerzas políticas de izquierda que ofrecen alternativas y propuestas de cambio en favor de la mayoría así como movimientos más puntuales o centrados en cuestiones concretas, como las pensiones o determinadas sentencias judiciales, sin olvidar la inmensa movilización de las mujeres del 8 de marzo. La receta para avanzar podría ser: ideas claras, organización, movilización y negociación.
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