LA LUCHA CONTRA EL CÁNCER

Noticias desde Chicago

Hay datos que revelan la eficacia de la inmunoterapia como tratamiento de entrada contra algunos tumores

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Manel Esteller

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Acabo de regresar recientemente del congreso de la sociedad americana de investigación contra el cáncer (AACR por sus siglas en inglés), celebrado en la ciudad de Chicago. La localización del congreso anual de la AACR va rotando entre diferentes ciudades de Estados Unidos y para mí representa una reunión científica marcada en mi calendario de forma especial. He tenido la suerte de no perderme ni una desde hace más de 20 años y he visto cómo ha ido evolucionando, siendo siempre mi congreso favorito.

Además de la oportunidad de presentar los últimos hallazgos de tu grupo, para mí la parte más interesante es que permite conocer de primera mano cuáles son los temas "calientes" de investigación en cáncer y captar el ambiente que se respira en la lucha contra esta enfermedad. El congreso reúne charlas y exhibiciones de otros grupos, además de los de investigadores, que también son muy importantes para ir venciendo esta patología: desde asociaciones de pacientes de determinado tipo de tumores a colectivos para estimular leyes que den visibilidad a la afección oncológica y permitan una mejor financiación de su diagnóstico, tratamiento e investigación ('advocacy groups'), hasta empresas y compañías privadas tanto de la industria farmacéutica mostrando los últimos ensayos clínicos experimentales como de empresas de biotecnología enseñando nuevas técnicas y aparatos sofisticados para estudiar el cáncer. Pero verdaderamente el tuétano radica en la interacción directa entre investigadores y las colaboraciones que nacen entre ellos cuando se encuentran en el congreso.

Puentes de interconexión

Este año  destacaría dos temas que han dominado buena parte de los resultados presentados en Chicago: la inmunología y el microbioma. Y como veréis no son necesariamente dos áreas diferenciadas sino que hay puentes de interconexión entre ellas. Paso a paso: el mundo de la inmunidad y el cáncer. Se cree que cada día nuestro cuerpo produce unas cuantas células tumorales, pero nuestro sistema inmune las reconoce como si fueran células ajenas a nosotros (como bacterias), las ataca y las elimina. Y así vamos haciendo nuestro camino por la vida. Pero de vez en cuando una célula tumoral 'aprende'. Es una célula cancerosa que ha descubierto cómo camuflarse de nuestras células de defensa que no la reconocen como "extraña" y la dejan en paz. Entonces esta célula transformada, después de acumular muchas otras propiedades funcionales, acabará formando un tumor.

Por lo tanto, una forma obvia de atacar el cáncer es desenmascarar el tumor para que nuestras células inmunes lo reconozcan como impropio de nuestro cuerpo y, casi literalmente, se lo coman. A mitad de los años 80 las primeras terapias inmunológicas se probaron sin todavía demasiado éxito, debido a que no teníamos todavía las herramientas metodológicas y fármacos adecuados. Fue el desarrollo del primer anticuerpo, llamado anti-CTLA-4, originado a partir de los trabajos del doctor James P. Allison, quien abrió esta nueva etapa de éxito al demostrar su utilidad en el tratamiento del melanoma.

Pero estos últimos años han visto la irrupción de dos anticuerpos, anti-PD1 y anti-PD-L1, que han demostrado su eficacia no solo en melanoma, sino también en tumor renal y en el especialmente necesitado cáncer de pulmón. Estos agentes lo que hacen es reactivar nuestro inhibido sistema inmune que rodea la masa tumoral y entonces células como los linfocitos T pueden atacar. La última novedad presentada en Chicago es que, si hasta ahora se daba esta inmunoterapia cuando fallaba el tratamiento más convencional, ahora ya hay datos que indican su eficacia como terapia de entrada en estos tumores.

Diez microbios por cada célula humana

¿Y el microbioma? Pues esta palabra refleja el contenido total de microbios que viven en nuestro cuerpo. Se cree que por cada célula humana que tenemos hay diez microbios. El microbioma más conocido es el que forman las bacterias (el otro sería el vírico, llamado Virom) y particularmente el del tubo digestivo. Estas bacterias en equilibrio son imprescindibles para nosotros ya que, entre otras cosas, nos permiten la correcta digestión de los alimentos. Pero, además, parece que tener un microbioma intestinal diverso y rico también provoca una mejor formación de células inmunitarias.

Y los primeros datos sugieren que poseer una flora bacteriana heterogénea asocia a experimentar una mejor respuesta a la inmunoterapia en cáncer. Incluso ya se plantean tratamientos de trasplante de heces para pasar de tener un microbioma intestinal pobre a otro más florido. Quién diría que lo que hacemos a escondidas, un día quizá sea nuestro orgullo.

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