Los desafíos de Ciudadanos

Uno de los déficits del partido naranja es su heterogénea implantación y de ahí su interés por presentar a candidatos notorios

La líder de Cs en Catalunya, Inés Arrimadas; el presidente del partido, Albert Rivera, y el secretario general, José Manuel Villegas.

La líder de Cs en Catalunya, Inés Arrimadas; el presidente del partido, Albert Rivera, y el secretario general, José Manuel Villegas. / .43018045

Astrid Barrio

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Últimamente Ciudadanos parece ser el partido de moda y así lo ponen de manifiesto todas las encuestas. El sondeo del GESOP publicado por EL PERIÓDICO señala que el partido naranja ganaría las elecciones generales y que quedaría a una distancia considerable de PP y PSOE y muy lejos de Podemos, que de traspiés en traspiés parece que se va desinflando. Pero las elecciones generales aún quedan lejos y si en Catalunya finalmente se forma Gobierno y no hay nuevos comicios en julio, las primeras elecciones que se celebraran serán las que tendrán lugar el 26 mayo del 2019 cuando coincidirán europeas, municipales y autonómicas (en las comunidades que accedieron a la autonomía por la vía lenta). Y cuando aún queda poco más de un año para la supercita electoral, Cs, a quien las encuestas casi siempre han tratado mejor que la realidad, tiene ante sí diversos desafíos cuya gestión puede condicionar sus apoyos.

En primer lugar su rol como partido responsable y como garante de la gobernabilidad se juega en el frente de los Presupuestos, cuya tramitación ya se ha iniciado gracias a que el PNV ha decidido no presentar una enmienda a la totalidad. La incógnita es si el apoyo de los vascos a los Presupuestos, si no hay Gobierno en Catalunya y si no se produce el levantamiento del artículo en 155, acabará en nuevas contrapartidas por parte del PP y si, llegado el caso, estas podrán ser asumidas por Cs, que, además de querer mostrarse como un partido responsable, también pretende erigirse en adalid de la "igualdad entre españoles".

Por otro lado, su papel como cruzado de la regeneración y de lucha contra la corrupción se dirime en Madrid a raíz del extraño caso de Cristina Cifuentes y su máster. Cs, al igual que hizo en Murcia, fue prudente exigiendo su cese hasta que las pruebas de corrupción eran demasiado evidentes. Sin embargo, a diferencia de lo sucedido esa comunidad con Pedro Antonio SánchezMariano Rajoy no ha avalado de momento la dimisión de Cifuentes, aunque dos de cada tres votantes populares crean que sería conveniente de acuerdo con el sondeo del GESOP. Cs ha perdido la iniciativa en la lucha contra la corrupción y su credibilidad en ese terreno ha quedado a remolque de la moción de censura del PSOE, al que no podrá negar el apoyo entregando el Gobierno de la comunidad.

El 'efecto Valls'

Y por último está el frente de la expansión territorial. Es sabido que uno de los principales déficits de Cs es su heterogénea implantación y de ahí su interés por presentar a candidatos notorios a las elecciones locales y autonómicas que lo compensen. El más llamativo de esos posibles fichajes es el del exprimer ministro francés Manuel Valls a la alcaldía de Barcelona. Con la incorporación de este dirigente, que se ha distinguido por su beligerancia contra el independentismo, Cs conseguiría no solo mucha propaganda por lo singular del caso, sino lo que es más importante, trasladar al ámbito municipal (y de pasada al autonómico) el debate en el que más cómodo se siente, a merced del cual ha crecido y en el que gana por goleada al PP como ya se vio en las autonómicas catalanas de diciembre.