Macron contra los sonámbulos

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Carlos Carnicero Urabayen

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“No quiero pertenecer a una generación de sonámbulos”, ha dicho Macron en el Parlamento Europeo. No se refiere el líder francés a quienes padecen problemas de sueño, sino a quienes viven con los brazos cruzados, buceando impasibles entre indignantes noticias pero incapaces de reaccionar ante la gran amenaza de nuestro tiempo: que la Unión Europea se disuelva como un azucarillo.

Macron tiene un plan. Merece la pena nuestra atención. El año pasado logró dos cosas formidables. La primera: desafiar a quienes piensan – mayoría sonrojante – que la labor del político es subirse a las encuestas de opinión y seguir las modas. El estado de ánimo de la sociedad francesa era más antieuropea que la de los propios británicos antes del 'brexit'. Macron decidió hacer una campaña desacomplejadamente europea, explicando su visión día tras día, bandera azul en mano. Ya conocen el resultado.

La segunda: desafiar a los populistas y nacionalistas, no rehuir sus planteamientos y robar algunos de sus conceptos. Si los nacionalistas se obsesionan con la palabra soberanía y con la idea de recuperar el control, Macron explica que la forma para que el poder público siga ordenando la sociedad en esta era de cambios vertiginosos es a través de la Unión Europea. Si hablan de identidad, el líder francés explica que la identidad europea no tiene color de piel, pero sí se define por los valores democráticos y los derechos de las minorías (entre otros).

"Puede que Macron se estrelle, pero habrá merecido la pena intentarlo"

La escala adecuada para gestionar la inmigración, luchar contra el cambio climático y blindar nuestras sociedades de bienestar frente al lado menos amable de la globalización es la europea. Crear fronteras suele tener trampa, por mucho que sea una idea que conecte con la perplejidad ciudadana. No son tiempos fáciles, pero acordémonos de las gorras rojas de apoyo a Trump que tras el eslogan “Hagamos América grande de nuevo” llevan escrito Made in China.

Timothy Snyder ha escrito un breve y fundamental manual antisonámbulos, 'Sobre la tiranía: veinte lecciones que aprender del siglo XX'. Me quedo con esta: “El poder quiere que tu cuerpo se ablande en la silla y tus emociones se disipen en la pantalla. Sal fuera. Sitúate en lugares y con gentes desconocidas. Haz nuevos amigos y desfila con ellos”. La híperconectividad en la que vivimos imbuidos nos aísla y nos distrae a menudo de lo importante, “las noticias de última hora nos golpean como olas pero no nos dejan ver el mar”, sugiere Snyder.

Puede que Macron se estrelle. Que sus buenas palabras para cambiar Europa queden sólo en eso, en un bonito discurso al que agarrarnos en estos tiempos de 'brexit', Trump, Viktor Orbán y complete usted la larga y deprimente lista en el orden que mejor le parezca. Pero desde luego, habrá merecido la pena intentarlo. El presidente francés inspira confianza. Ojalá le sigan otros líderes. Frente al sonambulismo, una Europa que resuelva los problemas de los ciudadanos por favor.