Los negros y la fuerza del blues

Confieso que siempre me ha gustado el jazz. Había ido a algunas sesiones cuando era joven. El jazz no era muy popular si lo comparamos con otras manifestaciones musicales, habitualmente de un fácil sentimiento más tópico. Es significativo en este sentido que se celebrara con gran éxito popular la 'canción del verano'. En varias poblaciones se habían fundado clubs de jazz, y espero que hayan resistido en algún lugar.

Cómo me hice jazzófilo no lo sé. Pero me veo sentado con otras personas en un pequeño local de Barcelona. A partir de ese momento me interesé por los cantantes negros. Supe que los negros tenían un gusto natural por la música, el canto y el ritmo. Unos instintos muy desarrollados.

Había sido un pueblo sin libertad, y cuando terminaban la jornada de trabajo, una de las cosas que les compensaba eran el canto y el ritmo, unas de sus más notables cualidades. Sin otros recursos disponibles, acompañaban el ritmo de sus cantos golpeando, con un palo cualquiera, bidones vacíos o, simplemente, dando palmadas.

La expansión de aquellos hombres no podía ser más primitiva. Un ejemplo: si un negro se encontraba con un hombre blanco por la calle, tenía que bajar de la acera para dejarle el paso libre. Todo ello, hoy, nos parece mentira. Naturalmente que hay negros que son famosos en todos los ámbitos de la cultura, la literatura, la política ... Y ahora es muy frecuente que un canto de éxito universal sea el blues. La ternura siempre ha sido un instrumento de libertad.

Me parece que es universal esta sentencia: "Quien canta sus males espanta". Quizá no hay que exagerar, y menos abusar de las sentencias simplemente porque las palabras riman. Pero es verdad que a veces me encuentro canturreando una tonada cuando estoy escribiendo. Parece que el pensamiento trabaja con más libertad y más fluidez.