Al contrataque
¿Qué es terrorismo?
Fue una muerte pensada, la del atentado del cuartel de Vic, para romper el núcleo más íntimo de nuestra condición humana, aquel que dice que no se puede matar a unas niñas que juegan en el patio. Eso era terrorismo
Najat El Hachmi
Escritora
Najat El Hachmi
Terrorismo es una tarde de mayo. ¿Cuál? No lo sé, da igual, siempre que vuelven las golondrinas me acuerdo de repente de ese instante en que nuestras infancias se tambalearon y las vidas de muchas familias quedaron rotas para siempre. ¿Queréis saber de qué va la vida en realidad? ¿Queréis ver con vuestros ojos hasta dónde puede llegar la maldad humana? Pues aquí la tenéis, con toda su crudeza, más o menos hacia las siete de la tarde. Son las golondrinas las que me transportan cada año a ese instante. ¿Quién quiere volver a un recuerdo tan siniestro? Grotesco y absurdo, la violencia siempre es grotesca y absurda.
Sea como sea, cada año, cuando las tardes se alargan y la temperatura se hace más agradable, mi cuerpo viaja en el tiempo hasta aquella tarde cuando salíamos a jugar a la calle. ¡Ay, esas niñas, si no hubieran salido! Lo lamentamos después, dijimos qué mala suerte, si no hubieran salido a jugar al patio a lo mejor seguirían vivas. Pero no era cuestión de suerte porque quienes lo planearon lo sabían, que cuando vuelven las golondrinas y el tiempo es más agradable, las niñas salen a jugar fuera. ¿Queríamos conocer el mal? Pues esta es su forma más cruenta: imaginar que más o menos a las siete de la tarde habría niñas en el patio y dejar que el coche se deslizara hacia dentro y poco después conmocionar un barrio, una ciudad, un país entero.
Esa tarde, los cristales de casa temblaron. Un ruido ensordecedor que no duró ni un instante, un trueno, una sacudida extraña. Después, las sirenas. ¿Cómo podíamos identificar algo que no habíamos vivido nunca? Y nos miramos con extrañeza mientras las golondrinas iban a lo suyo, volaban haciendo ese sonido tan característico de la primavera. Una tarde de mayo cualquiera que se haría terrible, imposible de olvidar.
Explosión en el cuartel
¿Cuánto hace? Más de 25 años ya, pero el recuerdo sigue intacto: después del estrépito, la incertidumbre, mamá diciéndonos que nos quedáramos en casa, por si acaso. La televisión de Osona, situada muy cerca del paseo de la Generalitat, donde estaba el cuartel, fue la primera en empezar a informar. Una explosión, podía tratarse de un atentado, las cámaras temblorosas entre el humo y las ambulancias, el desconcierto. Cuando el humo se elevó, dejó al descubierto medio edificio en ruinas con la mitad a la intemperie, salones con cuadros de punto de cruz, dormitorios con colchas floreadas, peluches sobre las camas.
A medianoche daban la lista de muertos. Al día siguiente, en clase, las niñas que jugaban en el patio ya no vinieron, no vendrían nunca más. Los alumnos de 10 y 11 años se abrazaban llorando la muerte por primera vez, una muerte planeada, cruenta, pensada para romper el núcleo más íntimo de nuestra condición humana, aquel que dice que no se puede matar a unas niñas que juegan en el patio. Eso era terrorismo.
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