Análisis

No todo está ganado para siempre

Hasta ahora la ultraderecha se ha camuflado dentro del PP, pero ya ha creado un partido, Vox

El Valle de los Caídos.

El Valle de los Caídos. / periodico

EULÀLIA VINTRÓ

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No es fácil darse cuenta, y menos aún aceptar, que algunas conquistas alcanzadas después de muchos años de esfuerzos y de luchas, en circunstancias incomparablemente más difíciles que las actuales, no son estables ni está garantizada su pervivencia en el futuro. Tras la muerte del dictador Franco, en la cama, no hay que olvidarlo, y los difíciles pero esperanzadores años de la Transición, las primeras elecciones democráticas, la aprobación de la Constitución y la victoria socialista en 1982 abrieron la puerta a una serie de modificaciones legislativas que transformaron la estructura del Estado y permitieron homologar a España con el resto de democracias europeas.

No es necesario hacer una relación exhaustiva ya que están en la memoria y la vida de todos. Durante bastantes años hubo la sensación de que los sectores más reaccionarios y menos demócratas, aunque no habían desaparecido, estaban escondidos, incluso amedrentados, y no se atrevían a hacer frente ni a oponerse a las sucesivas transformaciones legales y sociales. El golpe de estado de Tejero -que sí fue violencia, ¿no?- demostró, entre otras cosas, la debilidad del sector ultra.

El desencanto creciente

Sin embargo, el impulso transformador y el apoyo ciudadano fueron disminuyendo con el paso de los años y se instaló progresivamente una sensación de desencanto y de distanciamiento respecto a la 'res publica', a los asuntos generales o colectivos, que no ha dejado de crecer entre los sectores progresistas en sentido amplio y que ha facilitado la reaparición y el fortalecimiento de los sectores reaccionarios y ultras de nuestro país. Cabe decir, también, que la crisis de la socialdemocracia europea y la eclosión de los partidos xenófobos y racistas europeos han sido factores coadyuvantes.

Así, hemos podido ver como la ley del aborto era objeto de modificaciones limitadoras del derecho de las mujeres a su propio cuerpo, como la ley laboral deshacía varios avances del Estatuto de los Trabajadores, como la exclusión de las personas inmigrantes sin papeles del acceso a la sanidad pública amulaba un derecho humano fundamental, como la autonomía de las CCAA y de los entes locales quedaba seriamente limitada por leyes y otras disposiciones con voluntad claramente recentralizadora, como medios de comunicación estatales de derechas recuperaban titulares y artículos tremendos en cuestiones políticas y en cuestiones sociales y morales.

Y ese clima de cierre, de regreso a las falsas esencias, de rechazo a cualquier tipo de cambio y de innovación, está repercutiendo gravemente sobre el sistema judicial que, desde el Tribunal Constitucional al Tribunal Supremo y desde jueces individuales a la Audiencia Nacional, parece que rivalice en dictar sentencias y providencias más propias del  XIX que del XXI. La conversión del 'procés'  por parte del PP en un asunto judicial ha añadido más leña al fuego.

No es extraño, pues, que, en este preocupante contexto, organismos de carácter netamente fascista, como la Fundación Franco, o apropiaciones indebidas por parte de la familia del dictador, pazo de Meiras, o condenas a cantantes o artistas, para hablar de casos recientes, vayan ganando terreno y disfruten de una cierta aceptación cuando merecerían una reprobación absoluta y una exigencia clamorosa de rectificación o, en su caso, de ilegalización

Recuperar la capacidad de réplica

Hasta ahora la ultraderecha se ha camuflado dentro del PP, pero ya ha creado un partido, Vox, y haríamos bien en recuperar la capacidad de réplica, de confrontación ideológica y de propuesta positiva para no facilitar su crecimiento. Han aparecido, afortunadamente, movilizaciones ciudadanas impensables en los últimos tiempos: la reivindicación de las mujeres por la igualdad de hecho y no solo de derecho, o la de los pensionistas para incrementar la pensión según el IPC.

Valdría la pena que desde las fuerzas políticas de la izquierda se adoptaran medidas para coincidir con la voluntad y preocupación ciudadanas,  recuperar el espacio perdido y seguir avanzando por el áspero camino de los derechos y libertades individuales y colectivos.