ANÁLISIS

Michael Oliver y el VAR

El árbitro del Bernabéu siempre se caracterizó por crecerse en escenarios intimidantes

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Axel Torres

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Se ha escrito mucho sobre la famosa jugada que decidió en el último instante la eliminatoria entre el Real Madrid y la Juventus. No pretendo redundar en el debate sobre si fue o no penalti –yo lo habría pitado-, sino discutir algunas afirmaciones que he escuchado a posteriori.

Buffon dijo que Michael Oliver no tiene la personalidad suficiente para dirigir un partido de esta magnitud. No puedo estar más en desacuerdo. Oliver se puede equivocar, pero si algo le sobra es personalidad. Es lo que más llama la atención en él desde su precoz aparición en la Premier League con 25 años, convirtiéndose en el árbitro más joven de la historia de la competición.

Aplomo ante la élite del fútbol inglés

Desde el principio sorprendió el aplomo con el que dirigía en escenarios intimidantes, sin acomplejarse ante futbolistas míticos que llevaban jugando en la élite desde que él era un niño. Siempre dio la sensación de que se crecía ante los grandes nombres y en los estadios de los equipos más fuertes, como queriendo demostrar que no le impresionaban y que en ningún caso iba a caer en la tentación de decantarse hacia el fuerte en caso de duda. Todo lo contrario: si de algo se le ha acusado en Inglaterra es de ser especialmente estricto con lo más mediático.

La expulsión de Buffon, tras el penalti, no puede considerarse como una reacción en caliente para él. Ha sido su línea de actuación habitual

La expulsión de Buffon tras el penalti no puede considerarse como una reacción en caliente de alguien a quien le supera la situación: ha sido su línea de actuación habitual durante toda su carrera. En marzo de 2015, en un Manchester United-Arsenal en Old Trafford, expulsó a Ángel Di María mostrándole dos amarillas en veinte segundos. La primera, por simular un penalti, y la segunda, por su reacción -similar a la de Buffon- al protestarle la decisión.

El año pasado, en un Chelsea-Manchester United, expulsó a Ánder Herrera en la primera parte al mostrarle una segunda cartulina amarilla por reiteración colectiva. Es decir: interpretó que el equipo de Mourinho estaba cortando el juego con faltas constantes y que había que amonestar para castigar esa estrategia, independientemente de que los jugadores del United se estuvieran turnando en las infracciones para no caer en la reiteración individual.

Así es Oliver: no rehuye nunca la polémica, y si peca de algo es precisamente de intervenir demasiado, de tomar decisiones cuando lo más cómodo sería desentenderse. ¿Falta de personalidad? No, si se le puede criticar algo es lo contrario: exceso de personalidad.

El árbitro sobre el VAR

El presidente de la Juventus pidió el VAR para evitar este tipo de errores. Sin duda, podría ayudar en muchas jugadas, pero no habría cambiado el veredicto sobre ésta en concreto. Para modificar una decisión, el VAR requiere que los tres árbitros de vídeo que revisan la acción se pongan de acuerdo en que ha habido un error flagrante objetivo. Al tratarse de una jugada de interpretación -¿la fuerza del empujón es suficiente o no?-, es prácticamente imposible que los tres hubieran resuelto que, en efecto, Oliver había cometido un error de ese tipo, por lo que habría primado la decisión tomada por el árbitro de campo.