Opinión | EDITORIAL

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Privacidad y mercado en las redes sociales

El caso Facebook debe servir para poner fin a la inocencia con la que el usuario accede al ciberespacio

Mark Zuckerberg, fundador y presidente de Facebook, ante el Congreso de EEUU

Mark Zuckerberg, fundador y presidente de Facebook, ante el Congreso de EEUU / SHAWN THEW

No hay duda de que internet y las redes sociales impulsadas por los gigantes de la tecnológía han sido los motores de la globalización y han contribuido a la construcción de un mundo más abierto e interconectado. Pero las incontestables ventajas de ese escenario sin fronteras dominado por la inmediatez en los flujos de información y  comunicación llevan tiempo exhibiendo una cara cada vez más preocupante.

El reciente escándalo de la filtración masiva de datos de 87 millones de usuarios de FacebookFacebook a través de la consultora Cambridge Analytica supone una clamorosa evidencia de la fragilidad y vulnerabilidad de la red en la custodia de información personal utilizada sin consentimiento de los afectados para fines opacos. O no tan oscuros, porque muchas son ya las pruebas de que información robada pudo ayudar a Trump a llegar a la Casa Blanca.

Lógicamente la primera respuesta de la comunidad internauta, con los gigantes empresariales a la cabeza, ha sido pedir responsabilidades y también mayores refuerzos de los controles para garantizar el derecho fundamental de la privacidad del ciudadano. Pero el caso Facebook debe servir asimismo para poner fin a la inocencia con la que a menudo el usuario accede al ciberespacio. Allí nada es invisible ni gratuito. Todos los pasos, por inocuos que parezcan, dejan huella y pueden servir de producto comercial en el gran mercado del big data publicitario o político. Por ello que hay que ser prudentes navegando. Nos vigilan.