Con lazo pero todavía sin 'president'

El secesionismo olvida que sin Govern no puede haber negociación política

Votación en el pleno del Parlament.

Votación en el pleno del Parlament. / periodico

Joan Tapia

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Tengo la impresión de que Roger Torrent es un político realista y de bastante buena voluntad. Y es estúpido descalificarlo por independentista porque lo eligió esa mayoría. Los resultados del 21-D fueron los que fueron. pese a que algunos solo ven la parte que les gusta: que la lista Inés Arrimadas sacó más votos que la de Carles Puigdemont y la de Oriol Junqueras.

Pero los que mueven los hilos de la mayoría la están perjudicando al incitar a Torrent a la irrelevancia. El 30 de enero convocó un pleno para elegir a Puigdemont y al final decidió "aplazarlo, pero no desconvocarlo". Luego propuso a Jordi Sànchez que, vista la realidad, optó por renunciar. Luego a Jordi Turull, que fracasó porque los secesionistas tuvieron 62 votos frente a 65. Y habría vuelto a perder -si Pablo Llarena no hubiera decretado prisión- porque la CUP seguían sin quererle votar y Puigdemont y Toni Comín tampoco querían dimitir y que corrieran las listas. Ahora, otra vez Sànchez, por un papel de un comité de la ONU, organización que todos sabemos que tiene gran capacidad resolutiva. Y este jueves, como se preveía, Torrent volvió a aplazar el pleno indefinidamente. Vuelta a la casilla del 30 de enero.

El secesionismo no sabe administrar su victoria del 21-D. Prefiere ignorar la fuerza de la gravedad (que existe), no elegir 'president' pese a la necesidad urgente de un gobierno y seguir en pose de desafío al Estado. Pero las leyes, o se acatan o se practica la desconexión como no hicieron el 27-O. Lo estéril es seguir deshojando la margarita: no me rebelo, pero digo que lo hago, pero si me persiguen grito que España es una democracia a la turca.

Si el secesionismo sigue sin saber o querer elegir 'president' solo estará mostrando inmadurez. Es evidente que la imprescindible negociación política requiere la existencia de un gobierno catalán. Quizás Mariano Rajoy no desee hablar -como Pere Aragonès ha dicho con razón que hay que hacer-, pero más de medio parlamento español sí quiere. Aunque hablar no es suscribir lo que dicen los que representan al 47% de Catalunya.

Pero el gobierno del PP muestra intransigencia y, lo que es peor, estulticia. Que el ministro de Justicia conteste al diputado Carles Campuzano (PDECat) diciendo que es ofensivo el lazo amarillo -expresión de la libertad de expresión de quienes quieren que salgan de la cárcel unos políticos a los que han votado- es una majadería. Y mas cuando este jueves la Audiencia Nacional ha dado la razón a Campuzano al retirar la imputación de terrorismo a la detenida de los CDR. Y el prestigio de España no sale tampoco reforzado cuando el ministro Juan Ignacio Zoido, un amigo de la muerte, critica a los jueces alemanes y olvida -dato a tener en cuenta- que ningún país europeo (ni Bélgica, ni Gran Bretaña, ni Alemania) ha aceptado hasta hoy las euroordenes cursadas.

Lo más incomprensible es que mucha gente lleva el lazo amarillo para protestar, pero sus representantes -que tienen mayoría- llevan ya más de dos meses sin saber elegir 'president'. Claro, lo más cómodo es decir que la culpa es de España.