ANÁLISIS

El eje del pánico

Cifuentes ya es su propia víctima, envuelta, como poco, en contradicciones, denuncias y medias verdades

MARIANO RAJOY CLAUSURA CONVENCIÓN NACIONAL PP EN SEVILLA

MARIANO RAJOY CLAUSURA CONVENCIÓN NACIONAL PP EN SEVILLA / periodico

JOSÉ LUIS SASTRE

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Mariano Rajoy, que hace lo que puede para que las cosas le renuncien, creyó que ocurriría como siempre y el universo se le ordenaría solo en derredor. Imaginó en abril su primavera: habría Govern con el que levantar el 155 y tendría presupuestos y estabilidad. Ahí estaba Rajoy, con varios de sus ministros entonando "el novio de la muerte" mientras encargaba al partido, espantado por las encuestas, que se reseteara en Sevilla. Pensaron una convención para el PP y, en vez de gaviotas, diseñaron encinas. Arraigadas y fuertes. Pero se le ha enfriado el universo a Rajoy y en el mismo fin de semana ha discutido por Puigdemont con su gran colega europea, Alemania, y por un presunto máster con su principal rival que es, a la vez, su único socio, Ciudadanos. Cristina Cifuentes se ha llevado la primavera de Rajoy y el PP corre el riesgo de entrar en pánico. Preguntaron ayer a Maíllo por el futuro de Cifuentes y respondió lacónico: “No se pueden contestar ahora preguntas sobre el futuro”. Ay.

"Eje de la prosperidad"

Madrid era el símbolo de lo que el PP trataba de proyectar para las próximas campañas. Su capacidad de llegar a acuerdos con Ciudadanos y su resistencia en una comunidad que les resultó siempre clave. Tanto, que el PP hizo partir de allí un eje autonómico que sirviera de contrapeso a Catalunya y Andalucía. Lo llamaron “eje de la prosperidad” y lo integraban Madrid, la Comunidad Valenciana y Baleares, presididas por Esperanza Aguirre, Francisco Camps y Jaume Matas. Es otra época, con el PP en la oposición valenciana y balear, en caída libre en Andalucía pese a que organice allí sus convenciones y en los restos en Catalunya. De ahí el pánico, porque Madrid era, además, el símbolo de otra manera de hacer, que era lo que se arrogaba para sí Cristina Cifuentes. Hasta que la misma persona que labró su imagen y su proyección se encargó de arruinarla: ella sola. Cristina Cifuentes ya es su propia víctima, envuelta, como poco, en contradicciones, denuncias y medias verdades, en escondites en los que pasa días enteros.

El foco político gira en torno a Ciudadanos y a la negociación de última hora que intenta Rajoy, a quien, a la fuerza, harán que se levante del sofá. Pero conviene situar lo obvio antes de que el PP avance como intenta en teorías de la conspiración: la primera responsabilidad es de Cifuentes. Luego están las decisiones de los partidos, que tomarán atentos a las encuestas. Desde que el curso empezó, el objetivo son las municipales y autonómicas del año que viene, que ya dijo Pedro Sánchez que quien gane las municipales ganará las generales. El PSOE movió ficha con la moción de censura, que Podemos apoya, para dar a Albert Rivera donde más le duela, en la regeneración. Ciudadanos ha pasado los días calculando qué es lo que más le conviene hasta que, al final, ha empujado al PP para que haga en Madrid como hizo en Murcia. En eso se reduce el universo para Rajoy. No llega a eje autonómico. Y menos aún de la prosperidad. Quién sabe si llegará a ser de supervivencia.