Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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'Supervivientes', de la televisión a la violencia

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Por fin el Supremo, después de cinco años, ha ratificado la sentencia según la cual obliga a Mediaset a indemnizarme y a reconocer que mintió sobre mí. Hasta ahora, durante cinco años, no podía escribir sobre ello.

Hace cinco años estuve apenas dos semanas en un 'reality'. Una concursante amenazó con quemar mi casa, en directo. Otro se masturbó delante de mí (escena censurada, nadie la vio en directo), varios me acorralaron en una cabaña y empezaron a pegar patadas a la puerta. Cuando amenacé con demandar a la cadena, todas estas personas me llamaron "loca" y "guarra". Alguna de ellas ahora se queja en público de que no le concedieran la custodia de su hijo y responsabiliza de ello no a su comportamiento, no, sino… ¡al independentismo!

La misma cadena emite ahora otro 'show' de agresividad, gritos, insultos, faltas de respeto y machismo rampante que nos está dejando perlas para la posteridad como "Tú y yo porque estamos buenillas, pero ella... Igual con la luz apagada". En anteriores ediciones de este formato, las concursantes llegaron a las manos.

En el 'reality' me agredieron 
porque la cadena
les alentaba,
porque los
conflictos daban
audiencia

Es imposible que en un espacio natural inmenso haya cámaras por todos lados, que cada rincón esté monitorizado. El 'reality' en el que yo participé no las había. Y todos sabíamos de sobra dónde había cámaras y dónde no. En los espacios en los que no había, se hacía de todo: se fumaba, se intrigaba y se planeaban estrategias.

De vez en cuando dirección azuzaba a una de las concursantes para que diera espectáculo. La chica, hasta entonces apática como una seta, se levantaba y de repente aparecía tal que poseída, y empezaba a gritar como si le hubiera pasado una apisonadora por el pie. Me agredieron porque la cadena les alentaba, porque los conflictos daban audiencia. Yo había firmado un contrato según el cual, si abandonaba el programa, me penalizaban. Y con esa amenaza me obligaban a permanecer allí.

Sufrí un síndrome de estrés postraumático, tuve ansiedad y pesadillas durante meses, pero sobreviví. Cuando salí me llegaron cientos (cientos) de testimonios y cartas de personas que habían entrado en un 'reality' y habían acabado aún peor que yo, pero que no habían tenido valor para demandar. Porque les decían lo mismo que a mí: "Nunca más trabajarás", "te haremos la vida imposible", "hundiremos tu reputación". Como explica la sentencia, se embarcaron en una campaña de descrédito brutal para arruinar mi imagen y que nadie me creyera. Pues mira, no solo seguí trabajando, sino que finalmente volví a trabajar para Mediaset. Increíble pero cierto.

La exposición a la violencia verbal y psicológica (insultos, frases ofensivas y arranques de ira, comentarios despectivos) es tan nociva como a la violencia física: provoca una liberación excesiva y permanente de cortisol (la hormona del estrés) que nos sume en un estado de alarma constante. Esto acaba afectando al hipocampo. Resultado: depresión, ansiedad, síndrome de estrés postraumático e incluso suicidio.

Un estudio realizado por la Universidad de Valencia (VIU) refleja que nueve de cada 10 adolescentes manifiesta haber ejercido algún tipo de violencia psicológica sobre pareja, familiares y/o amigos. Porque aprenden y normalizan lo que ven en televisión.

La comisión nacional para estudiar las causas y la prevención de la violencia de EEUU concluyó que: 1/ la violencia televisiva fomenta formas agresivas de conducta inaceptables dentro de una sociedad civilizada". Y 2, y atención que a esta conclusión se llegó hace casi 50 años, ningún psicólogo o sociólogo las ha rebatido desde entonces. Si eso se sabe, ¿por qué nadie toma conciencia? Pues porque desde que en el circo romano los emperadores ofrecían violencia a la masa para tenerla distraída, no parece que hayamos avanzado mucho.