ANÁLISIS
C.Cifuentes, una polémica estéril
La lógica de la corrupción institucional va de arriba hacia abajo, pero se sostiene también de abajo hacia arriba
Javier Aroca
Analista político
JAVIER AROCA
Para los que esperaban que la Asamblea de Madrid impondría a Cifuentes y que todo se iba a aclarar, una llamada al realismo. Desde un sano pesimismo, en palabras de Bobbio, a las que me sumo, que siempre hay una esperanza, al menos, en el periodismo honesto. Horas antes, el presidente del Gobierno, no de ninguna república extravagante, había advertido de que, bueno, que no esperaba nada de una polémica estéril. Rajoy, de extraordinario parecido onomástico con el aún buscado por toda la inteligencia española, M. Rajoy, tiene razones para pensar que nada de lo que iba a pasar el día siguiente, iba a servir para nada. Él mismo compareció ante el Congreso, por su corrupción, y aún la polémica sobre su persona, y subrayo lo de sobre, sigue siendo, para él, un debate estéril.
Hace ya unos meses, quizá tantos como para llamarse años, afirmé en alguna ocasión que el problema del Estado colonizado por la derecha española era, sobre todo, de corrupción estructural o institucional. Ni que decir tiene que la prensa sinfónica no estuvo de acuerdo. Es normal, para que haya corrupción de este tipo, la prensa tiene que participar. Los fenómenos tan esotéricos acaecidos en el territorio popular de la capital del Reino no se entienden, en ningún caso, sin la complicidad de muchos y, entre todos, es imprescindible la participación de medios, periodistas y tertulianos o agradaores, como se dice en mi tierra.
Ética, democracia y política
Cifuentes, más que un problema de Cifuentes, es un problema de ética, de democracia y de política. Es, como he escrito, un problema de corrupción institucional que abarca a muchas instituciones, ahora también a la universidad, pública, para más inri. No quiero ni pensar que le tenga que dar la razón a Chomsky y que se trate de una maniobra más, malvada, de restar reputación a la cosa pública, pero en ello estamos. La corrupción, entiendo que estructural, me olvido de los casos aislados, no es una cuestión de oportunistas a título individual es una trama, en red, como un cardumen indiferenciado que funciona armonioso, en conjunto inseparable, para así confundir a la justicia. Pero ¿a qué justicia? ¿dónde está la fiscalía?
La 'corrupción de los mandarines'
La lógica de la corrupción institucional va de arriba hacia abajo, pero se sostiene también de abajo hacia arriba. Bourdieu la estudió perfectamente poniendo de ejemplo la corrupción imperial de China. De ahí que la llamara la 'corrupción de los mandarines'. Que no tiene que ver su nombre con la apetitosa fruta sino con el verbo mandar, en portugués. Mandarín, de mandar.
Lo último es corromper a los 'mandarines' de la Universidad, de mandarín a mandarín. 'Mandarines' a todos los niveles, político, judicial, gubernamental, universitario, financiero... Y mientras, los valores de lo público, en juego. Quién puede hoy tener confianza en un título, pongamos que de la Rey Juan Carlos.
La 'corrupción de los mandarines' decía, como en China, ex-Bourdieu, encuentra su fundamento de arriba hacia abajo. Por eso, Rajoy no puede conceder, porque, como dice el sabio bearnés, podría engendrar un poder capaz de destruirle.
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