ANÁLISIS

El legado de Mamá Winnie

Hasta el final de sus días, Winnie Mandela ha denunciado cómo la libertad política sin el poder económico deja su sueño sin crédito

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Rafael Vilasanjuan

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La muerte de Nelson Mandela dejó un vacío inmenso en la agenda global, una sensación de que muy pocos líderes podrán aguantar en el futuro la comparación con alguien que logró llevar el conflicto racista sudafricano de la barbarie al entendimiento. De las imágenes de aquel despertar africano que lideró, quedaron a su muerte algunos iconos, como el arzobispo Desmond Tutu y sobre todo Winnie Mandela, que durante el tiempo de lucha y cautiverio fue quien soportó décadas de ausencia para convertirse en la voz y las ideas de su marido encarcelado.

Nada durante todos los años de prisión pudo resquebrajar la relación entre ellos. Nelson Mandela necesitaba a una persona tan convencida y enérgica como él para que sus ideas de libertad no sucumbieran entre los muros de la prisión de Robben Island. Si su figura se hizo grande entre rejas, en parte fue por el coraje incansable de Winnie, quien también sufrió en varias ocasiones condenas de prisión por defender idéntica lucha, con igual fuerza, contra el mismo orden injusto y criminal del 'apartheid'.

Se ha ido Winnie Mandela, cuando su nombre ya no lucía los lustres de la batalla justa, cuando buena parte de sus biógrafos la llaman por su apellido de soltera, Madikezela, y cuando su historia viene mancillada de escándalos. Salpicada por la corrupción y por luchas de poder que incluso llegaron a insinuarla como conspiradora de secuestros y asesinatos, Nelson Mandela tuvo que prescindir de ella, primero como esposa y tres años después como asesora de su gabinete ¿Un legado oscuro? Será difícil saber qué hay de cierto en todos los rumores que la acompañan, pero si es verdad que las vidas de Winnie fueron más que las de sus dos apellidos. Es probable que una parte de las acusaciones que la alejaron de Mandela sean consecuencia del ajuste de cuentas pendientes de un activismo inflexible. Pero parece que hubo otras vidas en donde la infidelidad y el poder acabaron por relegar a la “madre de la nación” a un referente frívolo, para algunos incluso peligroso.

Resistencia y esperanza

¿Por qué no la condenaron los jueces cuando la acusaron de instigar un secuestro? ¿Por qué salió indemne de las acusaciones de corrupción con el dinero que recibía su fundación? Ya no serán los jueces sino la historia la que acabe llenando las páginas de una vida entregada a la lucha contra la dominación blanca. Pero sería injusto abandonar su perfil únicamente a la calumnia sin reconocerla al mismo tiempo como el símbolo de la resistencia que en los días más oscuros del 'apartheid' llenó de esperanza a millones de personas que no tenían otra.

En ese empeño ha seguido hasta el final de sus días al denunciar cómo la libertad política sin el poder económico deja su sueño sin crédito. Pese a la profunda transformación política, Sudáfrica sigue atacada por el virus de un racismo en forma de desigualdades extremas, con millones de negros sudafricanos en la pobreza absoluta. Todos ellos la reconocen como “Mamá Winnie”. Ese ahora es su mejor legado.