Al contrataque
Carne, huesos, piel
Quien no los ha sufrido no lo ve, pero estamos rodeados de mecanismos deshumanizantes
Najat El Hachmi
Escritora
NAJAT EL HACHMI
Una persona que intenta salvar su vida en medio de las aguas heladas de un mar, que pide ayuda para seguir respirando si no es auxiliada, ¿sigue siendo una persona? Si no merece la compasión de quienes están en un barco seguro, si no puede ser rescatada, quiere decir que la persona no tiene historia ni biografía, ni identidad, ni origen, ni anhelos ni miedos, ni recuerdos de infancia. Quiere decir que su sufrimiento es distinto al de quienes impiden que sea ayudada, un sufrimiento menos sufrimiento porque quien lo vive ya ha sido puesto en una categoría inferior. Quiere decir que el hecho de que siga vivo o muera es irrelevante, que de lo que escapa no importa porque cuando decides que alguien no merece ser rescatado de las aguas heladas es que ya ha dejado de ser considerado persona. Es tan fácil legislar llegados a este punto, negada la condición humana. Cuando no importa si la persona es salvada o no, entonces no es persona, es un simple trozo de carne y huesos y piel flotando en medio de las aguas heladas.
Que a Proactiva Open Arms se le impida rescatar hombres, mujeres y niños que hemos visto extendiendo los brazos para escapar de la muerte, con esperanza en los ojos y la certeza de ser personas al ser auxiliadas por la organización, que se diga que favorece el tráfico ilegal de persona es una falacia porque si los náufragos pueden ser abandonados, si pueden no merecer ser auxiliados, es que no son personas, son un objeto extraño en medio del Mediterráneo.
Es tan fácil extirparle la humanidad a alguien. Es un fenómeno de sobras conocido, se niega su individualidad, procedencia, sentimientos, pensamientos y ya tenemos un trozo de carne, una cosa, en vez de una persona. Es lo que dicen quienes establecen las leyes que impiden que Proactiva Open Armas haga su trabajo, que tendrían que estar haciendo las autoridades, responsables de la vida y muerte en las aguas heladas cercanas a su territorio. Este proceso de deshumanización, flagrante cuando las directrices europeas establecen que no importa que alguien muera por ley, que no importe el fuego del que huyen las personas que llegan a las costas italianas, también está presente cuando alguien es considerado ilegal y obligado a vivir aprendiendo a recoger en un segundo la manta para huir de la policía, también cuando alguien tramita el reagrupamiento familiar y se le ponen todos los obstáculos burocráticos para impedirle ser persona entre sus seres queridos.
Quien no los ha sufrido no lo ve, pero estamos rodeados de mecanismos deshumanizantes. Lo que no recordamos es que cuando a una persona le negamos la biografía, la identidad, el sufrimiento, la convertimos en un trozo de carne sin valor pero también es en lo que nos convertimos nosotros mismos. Sin compasión, somos nosotros el trozo de carne y huesos y piel que flota en medio de las aguas heladas.
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