OPINIÓN

Las ligas sin emoción

Robert Lewandowski, del Bayern de Múnich, en la goleada ante el Dortmund.

Robert Lewandowski, del Bayern de Múnich, en la goleada ante el Dortmund. / periodico

Albert Guasch

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Al Manchester City lo ovacionaron el sábado los seguidores del Everton al acabar el partido. Habían presenciado una exhibición soberana de los jugadores de Pep Guardiola, que va como un Panzer por la Premier, aplastando por donde pasa. "Quizá es porque nos enfrentamos al Liverpool", bromeó el técnico catalán en un guiño a la rivalidad de Merseyside. El sábado puede conquistar la liga inglesa, pero hoy en su cabeza solo confronta ideas sobre cómo jugar la ida de la Champions en Anfield. El Bayern se encuentra a un partido también de ganar la Bundesliga, pero la emoción alemana se reserva para el duelo frente al Sevilla, al que acaba de deprimir MessiMessi, rey mago eterno. Messi impide al barcelonismo dejarse mecer por la imponente inercia vencedora en la Liga. A cada partido se presenta con un regalo distinto bajo el brazo.

El problema existe

La Champions reaparece esta semana con la incertidumbre inherente de las buenas competiciones. Hay igualdad en estos cuartos de final, margen para las sorpresas, no como en la mayoría de los torneos domésticos de esta temporada. Las diferencias son insalvables. A los datos cabe remitirse. Iniciamos abril y el City le lleva ya 16 puntos al segundo en Inglaterra, el descolorido United de Mourinho; el Bayern apabulla como es habitual en Alemania con 17 puntos sobre el Schalke; el Barça aún no puede destensar la musculatura en la Liga, aunque el colchón es cómodo, de 9 puntos. Tres líderes consolidados con derecho a ampliar sueños en Europa. Pobre PSG de Neymar, que también se pasea, y se aburre, con 17 puntos por encima del Mónaco. Pero hasta septiembre no volverá a ver los flases de la Champions, euforizante competitivo para muchos aficionados, en particular para los que aún anhelan esa liga europea cada vez más imposible, si es que alguna vez estuvo cerca. Los clubs han conquistado un sustancial aumento de ingresos y tienen menos urgencia de reivindicar una NBA futbolística. La tradición resiste, pero el problema existe.