El conflicto catalán

El proceso feminista

El movimiento independentista de los últimos lustros no se ha caracterizado por visibilizar a las mujeres

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Albert Branchadell

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El pasado 8 de marzo el 'Gobierno de Catalunya en Bruselas' publicó una declaración para suscribir el manifiesto del Día Internacional de las Mujeres y utilizar la ocasión para lanzar otra carga contra el Estado español, que en su día ciertamente impugnó la ley de igualdad efectiva entre hombres y mujeres aprobada por el Parlament. "Es también por la igualdad efectiva de las mujeres", termina la declaración, "que construimos república".

La casualidad –o no– quiso que justo al día siguiente se conociera la jugosa conversación entre Lluís Salvadó y el alcalde de Sant Carles de la Ràpita, cuyo contenido no hace falta reproducir de nuevo aquí. En lugar de lamentarse una vez más de las consideraciones de Salvadó, podríamos aprovechar la coincidencia de su pifia con la declaración bruselense para hacer una reflexión más general. ¿Cómo se sitúa el 'procés' respecto a la lucha feminista? ¿Respecto a las mujeres en general?

Un repaso a los últimos años

Más allá de líderes fallidas –por razones obviamente distintas– como Muriel Casals o Carme Forcadell, la verdad es que el movimiento independentista de los últimos lustros no se ha caracterizado por visibilizar especialmente a las mujeres. En un lejano 2008 tuve ocasión de publicar un reportaje sobre el auge de la literatura independentista. Entre 32 libros reseñados había autores muy variopintos, desde un consagrado Carod-Rovira que profetizaba un referéndum para 2014 hasta un desconocido Carles Viñas que descubría el influjo del independentismo en el rock catalán, pero ni una sola mujer. En el 2012 una nueva hornada de libros independentistas dio un resultado parecido: la única presencia femenina en el montón de textos reseñados se reducía a las 11 mujeres entrevistadas en un volumen colectivo en el que el número de hombres se elevaba a 49.

Si nos ponemos a hurgar en la historia del 'procés' oficial iniciado ese mismo año 2012, los resultados no son precisamente esperanzadores. En el Consell Assessor per a la Transició Nacional de Artur Mas solo tres de sus 15 miembros eran mujeres. Y en los informes de dicho Consell no hay ninguno que verse sobre "la igualdad efectiva de las mujeres". Por otro lado, los Gobiernos de Mas nunca fueron paritarios (3 consejeras de 13), y aunque después Puigdemont bordeó la paridad con sus 5 consejeras fracasó rotundamente en el 'sottogoverno' (una sola secretaria general y en uno de los departamentos más feminizados como es Educación). Y así hasta llegar a la constitución del Parlament el pasado 17 de enero, cuando los partidarios de materializar la república pulverizaron cualquier atisbo de paridad consintiendo la constitución de una Mesa formada por 6 hombres y una solitaria mujer.

Ante este panorama, y volviendo a Salvadó, es inevitable que a uno le entren las dudas: ¿los mismos políticos que amagan con seleccionar ministras en función del tamaño de sus pectorales –o que no destituyen fulminantemente a los que lo hacen– son los más cualificados para coadyuvar a la igualdad efectiva de las mujeres?